Pluma Patriótica

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Maquío y el poder judicial del viejo régimen

El 22 de noviembre de 1987, asistí por primera vez a un mitin político, en el Monumento a los Niños Héroes, ubicado en el Bosque de Chapultepec. Mi padre me llevó al inicio de campaña de Manuel J. Clouthier «Maquío» como candidato presidencial del PAN. Esa fue la última vez que ese partido fue verdadero opositor al régimen del PRI.

Tengo los mejores recuerdos de aquellos años 1987 y 1988. Porque después fui observador y asistí a las grandes movilizaciones en apoyo al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, que significaron la emergente y alentadora insurgencia cívica que desembocó 30 años después en la gran victoria del pueblo para iniciar la Cuarta Transformación de México en 2018. El 6 de julio de 1988, Carlos Salinas de Gortari y el PRI-gobierno perpetraron un fraude electoral contra el Pueblo de México, y después la gente salió todavía con más ímpetu a las calles, de julio a diciembre se vivieron movilizaciones en todo el país, fueron inolvidables e impactantes por las decenas de miles de personas participantes, en Ciudad Universitaria de la UNAM, el Monumento a la Revolución, y el Zócalo en varias ocasiones.

Nunca fui panista, pues solo asistimos por curiosidad a aquel evento de arranque de campaña de «Maquío», quien por cierto en la etapa post electoral se sumó desde su trinchera a la lucha contra el fraude salinista, e incluso realizó una huelga de hambre en el Ángel de la Independencia, para finalmente morir en un supuesto “accidente automovilístico” en compañía del diputado del PAN Javier Calvo Manrique, el domingo 1º de octubre de 1989, en la carretera México-Nogales.

En Chapultepec, aquella mañana, Manuel Clouthier refiriéndose al sistema de partido de Estado, aseveró: “El grupo que usufructúa el poder ha sometido el orden jurídico, la educación y la economía a sus propósitos facciosos de permanencia eterna en el ejercicio del gobierno. No ha dudado en recurrir a la represión, a la intimidación institucional, a la difamación, al control de los medios de comunicación y a la demagogia. Las elegancias no se las merecen quienes han lastimado, saqueado y arruinado al país. Quieren que les hablemos y los critiquemos con palabras amables. Los tratamos como lo que son. Y por lo que ve a la violencia, nada más falso: nosotros estamos convocando al pueblo a poner en práctica una de las pocas cosas que quedan de la original Constitución de 1917: El ejercicio de la soberanía, que según nuestra genuina Carta Magna corresponde al pueblo, para mediante procesos electorales honestos y pacíficos modificar en todo tiempo la forma y el régimen de Gobierno.»

En ese mismo mitin “Maquío” Clouthier cuestionó al poder judicial por el encarcelamiento injusto de José Domingo Caamal, preso político yucateco desde el 19 de febrero de 1985 con la complicidad del poder judicial. La liberación de este y otros presos de conciencia fue una causa del candidato panista.

Sobre la muerte de Clouthier, David Cilia Olmos publicó una investigación sobre el supuesto percance: «La cinta asfáltica se reparó y se limpió inmediatamente, con lo cual fue borrada toda huella del escenario. Al chofer del camión que envistió al auto en el que viajaba “Maquío” se le detuvo en calidad de “testigo”, aun cuando todavía no se habían realizado los estudios periciales y no se podía saber si había sido un accidente o una muerte provocada. De este chofer nunca se volvió a saber nada. Sin que hubiera un estudio pericial contundente, ni la autopsia de ley, y cuando no habían transcurrido ni 24 horas del accidente, los demás dirigentes del PAN, específicamente Carlos Castillo Peraza, Luis H Álvarez y Diego Fernández de Cevallos dieron por “buena” la versión oficial ante los medios de comunicación, sin externar ninguna duda y sin hacerse presentes en el lugar de los hechos”.

Justamente 35 años después de la nunca aclarada muerte de Manuel Clouthier, un día 1° de Octubre, la primera mujer en llegar a la presidencia de México, la Dra. Claudia Sheinbaum tomaba protesta, alentada por el mandato popular mayoritario de las urnas de reformar el poder judicial emanado de aquel antiguo régimen contra el que luchó “Maquío”; ese poder que desde los años ochenta no ha aclarado crímenes políticos y que ha permitido bajo el yugo de la impunidad la existencia de presos políticos. Ese poder que se ha amparado en falacias para no perder los privilegios. Ese poder judicial que hoy el PAN defiende traicionando sus propios orígenes.

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