Érase una vez una leyenda negra que decía que después del triunfo del obradorismo, México se transformaría en Venezuela. Decía que la escasez estaría por doquier y habrían largas filas para acceder a bienes y servicios básicos. Se buscaba asustar a las clases medias cuyo ingreso, con grandes esfuerzos, les permite sortear las dificultades haciendo cosas como pagar un seguro médico privado.
Esta propaganda fue muy venenosa y no tiene contacto con la realidad. La transformación caminará sin ir en detrimento de las clases trabajadoras y media, como se ha visto con el incremento al salario mínimo. Como el régimen anterior estaba acostumbrado a avanzar a costa del despojo, la competencia destructiva y el individualismo extremo, confiaban que la gente se acostumbraría a vivir con las migajas de su miserable arreglo social. Meter miedo y segregar el sistema de salud por ‘”categorías” fue su apuesta. Fallaron. Ahora, se ha puesto en marcha un proyecto increíble: universalizar la salud.
Y por eso se desató una campaña negra igual de venenosa. En titulares de periódicos y redes sociales, se habla de “la crisis”. Pero, ¿dónde nacen las filas y la escasez? ¿Dónde está esa venezuelización que según ellos vendría? Está en el viejo sistema de salud que defienden a toda costa los gobernadores panistas y uno emecista. En medio de un engrudo de quejas que apestan a estado mínimo y control discrecional de los recursos, los conservadores presentaron su “proyecto”: 6 puntos con cosas como firmar un convenio que ellos proponen y formar una mesa técnica, entre otras minucias. Una respuesta pírrica que habla de su falta de proyecto. Jamás se hubieran subido al tema de salud por su propia voluntad.
El proyecto del INSABI es ambicioso: significa crear un sistema universal, comenzando por quienes no tenían cobertura. Eso debemos hacer porque urge. Quienes creen en el enfoque tecnocrático están ciegos al desastre que crearon y gestionaron: filas interminables, pagos indebidos por atención primaria, turnos interminables con doctores agotados. Todo esto, en medio de la proliferación de farmacias de descuento y una bajísima cobertura de doctores. Traducido en lenguaje neoliberal, México es de los países que peor están de la OCDE. No hay suficientes doctores. La gente pagaba casi el 50% del gasto en salud de su bolsa. Era insostenible. El presidente decidió intervenir en vez de ver cómo el sistema seguía su lenta degeneración.
Por eso, se va a comenzar a pagar una deuda histórica con quienes son el alma del sistema de salud y se basificará a 86,000 personas. De esas basificaciones, las más numerosas son las de enfermería (más de 27,000). Esto beneficiará a miles de mujeres y hombres que son el pilar de miles de hospitales. Apostar por justicia social para pacientes y doctores habla de que la transformación será para todos.
Han habido críticas porque en 28 días, no se ha instalado mágicamente un sistema de salud universal, perfecto y eficiente. Muchas de ellas vienen de quienes, a diferencia de muchos de nosotros, jamás han usado el sistema de salud pública. Por eso las quejas de quienes son derechohabientes y han padecido el sistema pasado hoy son más importantes que nunca.
Ante la negligente falta de cooperación de ciertos gobernadores, la primera línea de defensa de esta transformación de la salud será la gente: se debe denunciar la falta de medicinas y cobros indebidos, ya hay canales para hacerlo. Ahí donde sea necesario ajustar, se hará con estas denuncias en la mano. El INSABI va a avanzar como todas las grandes apuestas de la 4ª transformación: de la mano del pueblo.
Rodrigo Cornejo. Maestrante en Seguridad Pública. Creyente y practicante de la educación popular como herramienta de liberación de los pueblos. Empeñado en la defensa de lo público mediante la soberanía popular. Obradorista para transformar.