“¿Ustedes creen que los mexicanos ―hago la pregunta a todos― saben que ganó Morena en Nuevo León?”, preguntó el Presidente en su conferencia mañanera del martes 4 de junio, como una invitación a conocer a fondo los resultados electorales del pasado 2 de junio, más allá de las narrativas tanto triunfalistas como fatalistas que saturan la conversación pública.
La dimensión del triunfo del proyecto impulsado por la coalición “Sigamos haciendo historia” (Morena-PT-PVEM) no debe ocultar particularidades de la reconfiguración política del país, por lo que veo pertinente un análisis regional de los resultados electorales que permita derribar mitos y detectar tendencias sobre el voto por el movimiento de la Cuarta Transformación.
Como el compañero Presidente, retomo el caso particular de Nuevo León, tierra ostensiblemente indómita para la Cuarta Transformación, donde un vistazo concienzudo de la votación me lleva a afirmar que Morena es el partido con mayor crecimiento –y consecuentemente con mayor futuro político– en la entidad. La idea vaporosa de la impopularidad del movimiento en tierras regias no es más que el resultado de atajos analíticos y lugares comunes del discurso político. Capítulos como la fallida candidatura de Clara Luz Flores por la gubernatura del estado, el gasto desmedido en la imagen de la entidad como un bastión político de Movimiento Ciudadano, y la autopercepción de un electorado afín a valores de la oposición conservadora han impedido ver una discreta pero innegable realidad: en el Pueblo neoleonés crece, con fuerza y contundencia, la confianza y convicción por el movimiento representado por Morena y sus aliados. La realidad, manifiesta en las urnas, así lo demuestra.
La entidad acaba de dar a Claudia Sheinbaum un total de 1,157,368 votos, que representa 45.2% de la votación en la entidad. Este triunfo es superior a los 746,944 votos que recibió Andrés Manuel López Obrador en 2018 y le da un margen más amplio del segundo lugar: mientras en 2018 Ricardo Anaya se quedó a 30 mil votos de superar al actual presidente, en estas elecciones la presidenta electa logró 275 mil votos más que Xóchitl Gálvez y 670 mil votos más que Jorge Máynez, aún en uno de sus supuestos bastiones.
La noticia más alentadora: la fórmula ganadora al Senado de la República fue la conformada por Waldo Fernández y Judith Díaz, quienes recibieron 854 mil 830 votos; es decir, el 33.94% de una votación cerrada a tercios. Y la otra nota que no es menor: la coalición obtuvo la mitad de los distritos federales que le corresponden a la entidad; es decir, Nuevo León enviará a siete diputadas y diputados del movimiento a la Cámara de Diputados por el principio de representación directa y contribuye a enviar a casi 30 representantes legislativos por representación proporcional de la segunda circunscripción.
Caso similar fue el de las diputaciones locales, donde la coalición se perfila a ser la segunda fuerza política en el Congreso del Estado con 8 asientos de Morena, 1 del PVEM y 1 del PT, desplazando a Movimiento Ciudadano que pierde 3 escaños y se queda con 9 diputaciones locales. Los patrones de votación históricos han creado la fama de un electorado complejo que se caracteriza por un voto cruzado. Esta puede ser la explicación para que en la alcaldía de Monterrey Mauricio Cantú se quedara con 58 mil 744 votos en un cuarto lugar, pero sumando 18% más que los recibidos por el pasado candidato de la coalición guinda, Felipe de Jesús Cantú Rodríguez. No omito mencionar que se ganaron las alcaldías de por lo menos cinco municipios del Estado: García, General Zuazua, Escobedo, Linares y Mier y Noriega.
2024 pasará a la historia como el año en que la cuarta transformación se afianzó a nivel nacional; este capítulo se vivió en Nuevo León con un crecimiento sólido y esperanzador de la simpatía de las y los votantes por el proyecto. Con estos datos en mano, tengo la convicción que seguirá creciendo y consolidándose en tierras regias.