Esta es una historia no tan contada en medios de comunicación: cómo Movimiento Ciudadano se convirtió, desde Jalisco, en el partido de los traidores; aquellos en quienes muchos y muchas creyeron para sacar al PRI y al PAN del poder, pero terminó traicionando vulgarmente aquellos objetivos.
Nos remontamos al 2012, cuando lo que antes era el partido Convergencia —un partido político pequeño que transitaba por la izquierda—,hizo coalición electoral con el PRD y PT para aglutinar la fuerza política que lanzaría a Andrés Manuel López Obrador por segunda vez a la presidencia de la república, al igual que a muchas y muchos otros aliados de los estados y municipios.
En ese entonces, en Jalisco, Enrique Alfaro se posicionaba como un político del lado del Pueblo y, junto con otros miembros emblemáticos de la lucha social de estos tres partidos, se lanzó en la coalición para acompañar al hoy Presidente en el proyecto político nacional.
Es en esta elección en la que, Enrique Alfaro —después de su gestión en Tlajomulco— decide lanzarse a la gubernatura. En ella compite contra el candidato del PRI, Aristóteles Sandoval, quién era el rival por vencer.
A nivel nacional, Enrique Alfaro empieza a mostrar señales de traición al proyecto de Andrés Manuel López Obrador y así, poco a poco los aliados del Obradorismo empiezan a notar la operación en favor del PAN en la elección presidencial.
En este proceso, se suma el fraude a nivel federal por parte del PRI en el que pierde Andrés Manuel. Al final, tampoco las traiciones de Enrique Alfaro le rindieron frutos, pues perdió la gubernatura.
Para este momento, algunos y algunas de ustedes recordarán que se marcó mediática y políticamente la animadversión y constantes riñas de Alfaro contra el entonces ya gobernador Aristóteles Sandoval.
Tras esta derrota, el proyecto alfarista decide aglutinarse en Convergencia, pues ya no eran bienvenidos en el PRD o con los aliados de Andrés Manuel López Obrador. Después, se convirtieron en Movimiento Ciudadano y fue cuando se empezó a crear fuerza para presentarse a los comicios de 2015, donde Alfaro sería electo presidente municipal de Guadalajara.
Enrique Alfaro aprovechó las diferencias con Aristóteles Sandoval para lanzarse mediáticamente y posicionarse como el opositor. Mientras, intentaba también disimular el conflicto que había por la tradición al proyecto obradorista, que esperaban no volviera a retomar fuerza.
Después de ser opositor por casi tres años, llegó a la presidencia municipal de Guadalajara en 2015 y, con ello, se empezaron a romper todas las promesas que había hecho para posicionarse contra Aristóteles Sandoval, traicionando los intereses y preocupaciones de los y las tapatías.
Esto se vio empezando por las deudas adquiridas en Guadalajara, pasando por el maltrato y poco diálogo con los comerciantes informales del centro, el aumento de los impuestos municipales, los constantes conflictos innecesarios con el gobernador Aristóteles Sandoval y muchos más.
Esta misma fórmula se repitió en 2018 en la elección a gobernador, cuando el ahora gobernador de Jalisco usó la lógica de ser opositor y víctima, aunque en esencia hayan dejado de cumplir con sus promesas y de responderle a la gente de forma deliberada.
En esa misma lógica de traición hemos visto a muchos de los elementos del Movimiento Ciudadano. Desde un partido político cascajo que carece de un proyecto político para el país o para alguno de los estados en los que ha tenido presencia, ha resultado fácil prometer una visión de cambio, pero en el ejercicio representar completamente lo contrario.
El partido naranja que ha crecido en Jalisco se ha encargado de romper día con día —en sus ejercicios de gobierno— con sus supuestos principios e ideales, con aquello que le prometieron a la gente, de romper las fronteras entre el poder público y el poder económico, en intentar pactar con todos los grupos de intereses creados y en traicionar cada día a la gente de Jalisco.
El principal problema de Movimiento Ciudadano es que ha crecido alrededor de agendas fundamentales y que terminan sin lleven a sus ejercicios de gobierno o a sus legislaciones. Lucran políticamente con temas esenciales para ciertos grupos y después no se comprometen con ellas una vez que llegan al poder.
Y ni hablemos de representar a la gente de a pie, pues han demostrado que sus intereses en política no son colectivos, sino el mero beneficio personal o de sus pandillas.