Antes que nada, mi solidaridad con Venezuela y con los venezolanos, que han sido secuestrados, amenazados y obligados a fingir que estaban felices en la toma de posesión del dictador, que afortunadamente ya está a punto de abdicar. Parece ser que pronto llegará un viejito a gobernar, nomás que pueda caminar. Ahorita no puede, pero ya merito.
Pero lo que más me preocupa son los 100 días de Claudia. Es verdaderamente un engaño a la población, que fue obligada a ir al zócalo a pesar del frío, con un operativo de acarreo masivo sin precedente. Yo veía a la gente en la tele y se veía a leguas que estaban muy enojados, unos llevaban la pijama debajo del abrigo, o sea, los sacaron de la cama impunemente y los obligaron a gritar “Claudia, Claudia” y así. Y de verdad, como dice Pedro Ferriz, se nota a leguas que el que está detrás de todo es Ya Saben Quién (no lo pongo explícito por aquello de la represión a la que estamos sometidos). Lo vi clarito trepado en la azotea de Palacio Nacional, bueno, no lo vi completo, pero sus canas, el gallito que tiene, de pronto lo vi a lo lejos muy claramente, y se notaba que había un cable conectado al pódium de Claudia, en donde le llegaba todo el texto de su discurso, que de todas formas son 100 días de fracasos. Porque no hay una sola cosa que verdaderamente merezca ser destacada. TODO está mal, TODO. El tren maya, mal, a punto de descarrilarse. Mexicana de Aviación, mal, en quiebra. El sistema de salud, inexistente. La gente se muere en los pasillos, esperando sus medicinas. No hay doctores, no hay vacunas, esconden todo. El empleo, mal. O sea, hay empleo, pero no todo el que debería. Todo el mundo quisiera ser director o ejecutivo, y resulta que hay que conformarse con cualquier cosa. Todavía hay pobres, muchos. Sobre todo, los del poder judicial, que se van a quedar sin chamba. Arruinaron al poder judicial y nos estamos quedando sin jueces, magistrados y ministros conocidos, que nos den certeza jurídica. O sea, tenemos incertidumbre. Y lo peor, estamos polarizados, bien polarizados, porque insistimos en hablar de ricos y pobres, cuando ya deberíamos haber superado esas diferencias y concentrarnos en nuestras semejanzas, aunque casi no tengamos, porque no somos iguales, la verdad. Pero aún así, yo quisiera que la gente ya se dejara de envidias y comenzaran a aceptar su realidad, porque difícilmente va a cambiar. O sea, para qué polarizamos sobre temas que no tienen remedio. Yo digo que la resignación es la mejor amiga en estos casos.
Y bueno, estos 100 días en realidad no tienen nada que celebrar. Ahorita lo que más nos importa es Trump y su toma de protesta, y la esperanza que surge para México por ese sólo hecho. ¡Estoy tan feliz!