En los Estados Unidos de Norteamérica este 5 de noviembre se realizaron elecciones presidenciales. Por el Partido Demócrata la candidata fue Kamala Harris; por el Partido Republicano, Donald Trump, quien se convirtió nuevamente en Presidente, tras llevar su primer periodo de enero de 2017 a enero de 2021 y en esta ocasión gobernará de enero de 2025 a enero de 2029.
Es la segunda vez que en los EE. UU. una mujer se postula a la presidencia. La primera fue Hillary Clinton también por el Partido Demócrata. Ella ganó la nominación en 2016 y, aunque ganó el voto popular, perdió contra Donald Trump por el sistema del colegio electoral estadounidense. Clinton es una abogada blanca, nacida en Chicago, que fue Senadora en el 2000 y reelecta para un segundo periodo. Es considerada muy influyente dentro del gremio. Asimismo, fue primera dama en Arkansas y primera dama de los EE. UU.; en 2008 se postuló en las primarias ante Barack Obama a la presidencia, pero éste ganó la postulación del partido. Ella lo acompañó en su gabinete de 2009 a 2013 como Secretaria de Estado.
La segunda candidata mujer a la presidencia fue Kamala Harris, también por el Partido Demócrata. Ella nació en Oakland, California, hija de inmigrantes jamaicanos e indios. Creció asistiendo a una iglesia bautista negra y a un templo hindú. El 21 de julio de 2024 Joe Biden declinó a ser el candidato a la presidencia después de varios actos en donde se le vio desconcertado, especialmente en el debate ante Donald Trump, en donde se mostró con pocas habilidades y posibilidades de ganar; incluso, ese pudo haber sido el detonante que lo orilló a decantarse para apoyar a Kamala, quien el 5 de agosto de 2024, ganó la nominación presidencial y se convirtió en la primera mujer negra y sudasiática estadounidense en liderar la candidatura de su partido.
Pero ¿qué pasa en los EE. UU. que no votan por mujeres? Ya son dos ocasiones en que la ciudadanía estadounidense no elige a una mujer como su presidenta y parece que no es por la raza, sino por el machismo que se traduce en no creer en la capacidad que ellas puedan tener para dirigir el país.
Es sorprendente que en la nación que se dice ejemplo de la democracia, el sistema electoral no contemple acciones de igualdad. El pasado 5 de noviembre los estadounidenses votaron por Trump, que ha sido acusado de misógino, mentiroso y con antecedentes delincuenciales. La pregunta es ¿Por qué? Quizá habría que saber si los avances democráticos son realmente avances en materia de igualdad. Los prejuicios de género persisten y eso ha impedido que una mujer sea presidenta.
Según un estudio sobre prejuicios pragmáticos[1] realizado durante las elecciones primarias presidenciales de 2020, en las cuales participaban tres mujeres como aspirantes al cargo por el partido Demócrata, Kamala Harris, Elizabeth Warren y Amy Klobuchar, los votantes expresaron que no sólo tenían que decidir a quien querían como presidenta/e, sino quién le podía ganar a Donald Trump; no apoyaban la candidatura de una mujer, ya que el 76% de los encuestados pensó que les sería más difícil ganar contra (el entonces presidente) Trump en una elección general, en comparación con el 16% que pensó que ser mujer no marcaría una diferencia y solo el 8% expresó que una mujer sí podría ganar. En ese mismo estudio, el 91% consideraba que los “estadounidenses aún no están listos para votar por una mujer presidenta”, también consideraban que las candidatas tendrían que cumplir con requisitos más altos para demostrar su valor, enfrentar una cobertura mediática prejuiciosa y soportar críticas más duras y efectivas de sus oponentes.
El sistema electoral de EE. UU. es por delegados, en el que se necesitan al menos 270 para ganar. Trump obtuvo 312 y Kamala 226. Al parecer, el voto latino aumentó de manera considerable a favor del ganador, básicamente por dos motivos: la inflación y la promesa de detener la migración ilegal. Y este último elemento muestra la poca solidaridad de quienes migraron y ahora rechazan a sus posibles compatriotas. En promedio 54% de hombres votaron por Trump, mientras que el 44% lo hicieron por Kamala y viceversa, el 54% de mujeres lo hicieron por Kamala y el 44% por Trump.
Grosso modo, estos elementos muestran que más mujeres se identifican con mujeres, mientras que más hombres, votaron por un hombre. Las dificultades reales que enfrentan las mujeres parten de prejuicios machistas y no se relacionan de manera directa con las características de las mujeres, que ya demostraron habilidades en la política como es el caso de Kamala Harris y Hillary Clinton.
A pesar del gran esfuerzo que desplegó para echar a andar su campaña en tan solo tres meses, por la decisión tardía de Joe Biden de declinar a la candidatura y del apoyo de figuras como Barack Obama (los liderazgos masculinos pueden ser importantes para mostrar que hay hombres que apoyan a las mujeres) no le alcanzó el tiempo para convencer a las y los votantes.
Un país como los EE. UU. no ha podido superar los prejuicios contra una posible presidenta. En México les llevamos la delantera.
[1] //www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2112616119