La corrupción en nuestro país es el cáncer que consume silenciosa y agresivamente a las instituciones. De acuerdo con información de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, en México nos cuesta entre el 5% y 10% del PIB, acompañada de la impunidad que de los políticos sus principales protagonistas.
En los últimos meses, un caso en particular de esta enfermedad se ha llevado los reflectores, la única carta “fuerte” de la oposición, y así entre comillas lo enfatizo, sigue siendo un personaje derrotado por sus propios actos, acusado de estar involucrado en una de los peores actos de corrupción a nivel mundial. Desde hace más de una década el excandidato del PAN a la presidencia, Ricardo Anaya Cortés, se ha visto involucrado en fraudes y triangulación de recursos de dudosa procedencia.
De acuerdo con información del portal de noticias Sin Embargo, entre 2014 y 2016, compró y vendió un terreno en su estado natal. Lo adquirió por poco más de 10 millones de pesos y, a los dos años de la compra, construyó siete mil metros cuadrados de una nave industrial que vendió en 54 millones de pesos. Se le cuestionó la cantidad de dinero que genera y que no esclarece a cabalidad de dónde sale. Además, recordemos su estrecha relación con Manuel Barreiro Castañeda, empresario investigado por la Procuraduría General de la República (PGR) por lavar dinero a través de empresas fantasma, quien junto con Anaya habría hecho tejes y manejes para enriquecerse a partir de “inflar avalúos”, señaló un testimonio ligado al caso.
Otro acto doloso de este personaje fue la falta de transparencia dada a conocer por la revista Proceso en 2015, cuando refirió que Ricardo Anaya Cortés “mintió” en su última declaración de bienes ante la Secretaría de la Función Pública (SFP), en 2011. Casualmente omitió decir que era accionista de dos empresas inmobiliarias, ¿qué escondía?
En su momento, como servidor público, el entonces Gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez (también panista), expresó que hubo indicios para pensar que Anaya incurrió en actos ilícitos al manejar un presupuesto cercano a los mil millones de pesos.
La ambición y avaricia de este personaje no terminó. Ahora la Fiscalía General de la República (FGR) dio a conocer una versión pública de sus actuaciones, en la cual menciona que el panista Ricardo Anaya sí recibió recursos que la compañía Odebrecht entregó a funcionarios mexicanos (concretamente Emilio Lozoya) para que fueran distribuidos a manera de sobornos entre legisladores y con ello se aprobara la reforma energética que envió al Congreso el expresidente Enrique Peña Nieto. Habría recibido seis millones 800 mil pesos que le envió Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex para aprobar la reforma energética. Desde la Ciudad de Nueva York, el niño corrupto niño azul sigue su proceso de defensa, pues no ha tenido el valor suficiente para llevar su proceso desde México, vergonzosamente envía ridículos videos sin pies ni cabeza argumentando “persecución política”.
¿Qué tanto le debe a los mexicanos? Que tiene miedo de enfrentar a la justicia…pero lo que más duele, y lamentablemente no nos sorprende, es que sigue representando el bajísimo nivel de la oposición para 2024.