El 8 de marzo las mujeres volvimos a tomar las calles de los diferentes estados de nuestro país. En la Ciudad de México, pese a la cifra oficial de cerca de 80 mil asistentes, algunos medios de comunicación hablaron de que pudieron reunirse 121 mil personas.
A pesar de tratarse de un día en donde debimos sentirnos protegidas y seguras, no fue así. Existieron varias agresiones a compañeras de diversos contingentes por parte de grupos extremistas y de personas ajenas al movimiento. También, policías de la CDMX lanzaron gas lacrimógeno con el fin de proteger monumentos y establecimientos mercantiles más que nunca, así como reprimir la forma de manifestarnos. Además, un día antes, la SEMOVI anunció el cierre de diversas estaciones del trasporte público como consecuencia de la marcha. Fue hasta al día siguiente, a las 9:00 a.m. aproximadamente, que la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, se retractó de dichas acciones. Con ello, se dio cuenta que para el gobierno local nuestra seguridad sigue sin ser una prioridad y que falta mucho para que podamos caminar y manifestarnos con libertad. Sin duda el actuar de las autoridades fue tendiente a desvirtuar el movimiento, esto con la ayuda de los medios de comunicación que se encargaron de desinformar y criminalizarlo.
Pese a todo lo ocurrido la marcha representó un gran ejercicio de reflexión para todas las que nos identificamos como feministas desde hace años y las que recientemente se han unido a la lucha. Todas somos hijas del feminismo, lo somos desde la ocupación de espacios que antes eran exclusivos del hombre y en el ejercicio de los de derechos que nos han sido reconocidos gracias a las mujeres que lucharon en los siglos pasados y años recientes.
El feminismo llega a nuestras vidas de diferentes formas teniendo el efecto de cuestionarlo todo, desde el porqué de los papeles que tenemos en la sociedad, hasta cómo nos percibimos a nosotras mismas; su incorporación consiste en un proceso personal y único para cada una, ya que está ligado a nuestra historia de vida. Aplaudo que este 8 de marzo fuimos más que antes, que nos apoderamos del espacio público y dejamos claro que no nos van a callar, porque no volverán a tener la comodidad de nuestro silencio. Por ello invito a todas las que se han sumado a reflexionar sobre lo que esta revolución representa en la vida de todas, y a las que ya estábamos les pido paciencia y empatía acompañando a nuestras hermanas que han decidido caminar con nosotras.
En mi opinión, las mujeres mexicanas sí estamos haciendo historia. El domingo pasado salimos sin miedo acompañadas de nuestras amigas, de las mujeres de nuestras familias y de aquellas que acabábamos de conocer para unir nuestras voces en contra de las violencias que vivimos todos los días; también para recordar y exigir justicia por las que nos han arrebatado y no volverán, para celebrar nuestra unidad a través del reconocimiento de nuestra diferencias y para dejar muy claro que el patriarcado se está cayendo y lo vamos a tirar.
Valentina Zul Zamora. Estudiante de la Facultad de Derecho de la UNAM. Parlamentaria en el Parlamento de Mujeres de la Ciudad de México 2020 e integrante de La Chinaca Feminista de la Ciudad de México.
Twitter: @Vale_zul