“Allá hay muchos médicos –y yo soy médico– que no comprenden o no quieren comprender que la salud se compra, y que hay miles y miles de hombres y mujeres en América Latina que no pueden comprar la salud; que no quieren entender, por ejemplo, que a mayor pobreza mayor enfermedad, y a mayor enfermedad mayor pobreza y que, por lo tanto, si bien cumplen atendiendo al enfermo que demanda sus conocimientos sobre la base de los honorarios, no piensan en que hay miles de gentes que no pueden ir a sus consultorios, y son pocos los que luchan porque se estructuren los organismos estatales para llevar la salud ampliamente al pueblo”. Salvador Allende
En los últimos meses hemos escuchado de manera constante grandes discusiones referente a temas de salud que van desde la sustitución de un modelo de financiamiento como lo era el Seguro popular, por un modelo de atención como lo propone el INSABI. Sobre la falta de abastecimiento de algunos medicamentos como forma de resistencia de grandes grupos de interés que ven amenazados sus beneficios, o la creación de la Universidad de la Salud para subsanar la falta real o no de formar más talento humano en salud. Si bien son temas de interés y por ello se necesitan analizar y discutir, muchas veces se discuten las preguntas incorrectas. Pondré como ejemplo la Universidad de la Salud y la formación de talento humano en salud, en especifico, la creación de médicas y médicos.
Quienes consideran que no necesitamos formar más talento humano en salud refiere que el problema central recae en la falta de ofertas laborales para el número de médicos generales que tenemos hoy, ponen como dato el total de graduados que hay año con año de las más de 180 escuelas de medicina que hay en el país, de los que sólo 8 mil de esos médicos generales podrá acceder a una especialización, otros cuantos más harán algún posgrado, y otros menos podrían conseguir trabajo en el sistema público de salud, por lo que, bajo esa lógica, la formación de más médicos y médicas sólo dificultaría mucho más la situación.
Mientras quienes defienden la necesidad de más médicos y médicas argumentan la falta real de acceso a la atención médica que existe en las poblaciones más alejadas y desfavorecidas del país, donde la pobreza y la desigualdad social permean de manera directa en el proceso salud-enfermedad y donde las lógicas del mercado no llegan; según datos de la OCDE, México (2.4) en razón de médicos por habitantes se encontraría por debajo del promedio entre los países de la OCDE (3.5), vista de manera individual por estado, sólo la CDMX (4.2) se encontraría por arriba del promedio, mientras que estados como Chiapas, Guerrero y Michoacán se sitúan en los últimos lugares con 1.6, 1.7 y 1.8 respectivamente.
Ambas premisas son ciertas, irreductibles y para nada contrarías como muchos quieren hacer pensar. Es verdad que es necesario aumentar las ofertas laborales para los médicos y médicas generales que existen en el país, pero también es cierto que se necesitan más médicos en zonas rurales que cuenten con enfoque comunitario y que respondan a las necesidades del país. La pregunta, entonces, no sólo debería recaer si nos faltan o nos sobra talento humano en salud, sino saber si los médicos y médicas que formamos actualmente responden con la necesidades de la población.
Hasta hoy, el modelo hegemónico en que se basan la mayoría de los planes de estudios de la carrera de medicina, están centrados en una visión occidental de la medicina, que se constituye desde el poder del médico por ser el único poseedor del conocimiento válido quien se relaciona con su paciente y otros talentos humanos en salud de manera desigual, mientras desprecia otros saberes y a otras áreas a quienes ve como inferiores, en la que, incluso, importa más el fármaco que entender las causas y hacer acciones para evitarlos. Se trata de una medicina que entiende poco la APS, que le da miedo trabajar en comunidad y no le da importancia a los determinantes sociales de la salud. ¿Es la medicina occidentalizada, mercantilizada y centrada en el poder la única forma de llevarla a una población? ¿Este modelo de medicina es lo que necesita nuestro país siendo tan diverso culturalmente? ¿Este tipo de medicina es capaz de adaptarse a un nuevo modelo basado en la atención primaria a la salud?
Si bien la visión actual de la medicina tiene virtudes y sigue formando a valiosos talentos humanos en salud, es innegable la necesidad de deconstruir este modelo hegemónico; ya lo había sentenciado Allende en 1972: debíamos de replantearnos el papel del médico en la sociedad como un activo no sólo en diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad individual, sino como un agente de cambio del proceso salud-enfermedad de la colectividad, y también como un promotor incansable de las mejores condiciones de vida de la población, en especial, de la población más vulnerable siendo un guardián del derecho a la salud que fuera capaz de entender y cambiar las determinantes sociales que no generan salud, y que además, fuese respetuoso por el otro, sus saberes y su entorno.
Jesús Abraham Hernández Cruz.Médico pasante en la Facultad de Medicina de la UNAM y estudiante de Psicología social en la UAM Xochimilco. Integrante de La Chinaca Allendista.
Twitter: @AbraHernandezc