Vivimos en un país que se desangra lentamente en una paradoja que ya ni escandaliza: miles de jóvenes buscan empleo formal, bien remunerado y donde se respeten sus derechos laborales sin encontrarlo, mientras los centros de trabajo gritan por talento que no llega. Y no porque no exista, sino porque nadie se tomó la molestia de orientarlo. México es un cuerpo con la columna partida: un lado camina, el otro arrastra. De un lado, están las empresas vacías, cadenas de producción cojeando, industrias sin quien les meta mano. Del otro, hay jóvenes sobre-adiestrados para lo que no sirve, entrenados para carreras que ya no existen o que nunca debieron existir.
El problema no es la juventud. Es la falta de visión del Estado y las escuelas privadas. Es el cinismo de un sistema educativo que sigue formando abogados para pleitear en juzgados saturados, mientras la industria de semiconductores, la inteligencia artificial y la logística digital piden socorro. A México no le hacen falta personas con talento, le hace que a estas de les muestre el camino. Hace falta que alguien encienda una maldita luz. Porque tener a millones de estudiantes formándose en carreras de moda mientras los sectores neurálgicos del país están en cuidados intensivos, no es casualidad: es negligencia estructurada.
La falta de esta guía, también es una de las causas del polémico tema del campo de reclutamiento forzado en Teuchitlán. El crimen organizado, a falta de oportunidades laborales dignas para los jóvenes, ofrece mejores pagos que en una oficina. Ya sea por medio de engaños, o convenciéndolos, reclutan a jóvenes para servirle al crimen organizado. Esto se vuelve una buena opción para la fuerza laboral, debido a que el presente y futuro del trabajo, aún con una carrera universitaria, es una basura.
Viri Ríos lo expresa muy bien en No es normal, y vaya que no lo es: la orientación vocacional en México es una caricatura triste. Nos educan para memorizar y competir, pero no para entender en qué somos buenos, qué necesita el mundo y cómo conectar ambas cosas. Nos lanzan a un océano laboral sin mapa, sin timón y sin siquiera decirnos si sabemos nadar.
Las cifras escupen la realidad, según el informe Escasez de Talento México 2025, publicado por ManPowerGroup, el 70% de las empresas en México no puede llenar vacantes en tecnologías de la información, ni en ingeniería, ni en logística. ¿Y qué hacemos? Seguimos egresando licenciados como si el mercado tuviera capacidad infinita para absorber sueños rotos. Seguimos premiando al “mejor promedio”, mientras ignoramos al joven que arregla computadoras desde los 12 años y que, si alguien le pusiera una guía decente, sería el próximo inventor de algo que este país necesita con urgencia.
Los sectores con mayor escasez de talento según el informe son: transporte, logística y automotriz con 80%, tecnologías de la información con 77%, finanzas y bienes raíces con 76%, bienes y servicios de consumo con 71%, ciencias de la vida y salud con 69% y manufactura con 62%.
Las medidas predilectas que implementan los empleadores son upskilling y reskilling, o sea la capacitación y reorientación, pero solamente de sus colaboradores activos. Mencionan también la flexibilidad de horarios como la medida predilecta. Sin embargo, a decir verdad, existen puestos de trabajo que también, comparados con el mercado mundial, pagan una miseria, para quienes sí están capacitados y por esto mismo, prefieren migrar a otro país. Y las empresas en México, cada vez tienen a más expats (o incluso migrantes anglosajones con una calidad dudosa migratoria) cubriendo posiciones.
¿Queremos hablar de meritocracia? Empecemos por reconocer que el mérito no nace en la cuna ni en el apellido, sino en la posibilidad real de saber para qué eres bueno y tener el camino para desarrollarlo. Porque la crisis del talento no es un castigo divino, es el resultado de un sistema educativo y laboral que elige deliberadamente mirar para otro lado. Un sistema que prefiere seguir produciendo frustración con toga y birrete antes que meter las manos en la mugre del futuro. Como dijo Paco Ignacio Taibo II, querían que estuviéramos empujando carritos de supermercado.
Esto no se resuelve con conferencias motivacionales ni con ferias de empleo en explanadas vacías. Esto se resuelve con voluntad política, con empresas dispuestas a formar, con universidades que escuchen al país y no solo a sus consejos académicos. Se resuelve dejando de educar para el papel y empezando a formar para la realidad, que si no aprovechamos el bono demográfico, los problemas con el sistema de afores y seguridad social se van a agravar.