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¡Otra vez, a llenar el zócalo!

El 1 de diciembre estamos convocados, una vez más, a reunirnos en el Zócalo de la Ciudad de México. Conocí atropelladamente la capital de nuestro país, el zócalo y la gran generosidad de sus habitantes durante 2006, en el contexto de las protestas contra el fraude electoral. El ambiente era muy efervescente. Andrés Manuel convocó una y otra vez a manifestarnos y nosotros, desde Saltillo, atendimos cada vez el llamado, no sin grandes esfuerzos y siempre con la generosidad de diversos compañeros.

Estos mítines, y el gran plantón en Reforma y en el propio zócalo, tuvieron un papel mucho más importante de lo que se cree en la formación política de miles de personas, en la formación de lazos entre compañeros de lucha que aún no nos conocíamos y en infundir ánimos y esperanzas a quienes, como nosotros, nos encontrábamos en la retaguardia del movimiento, que no contaba, por ese entonces, con tanta aceptación en el norte del país como ahora.

Recuerdo con claridad la primera vez ahí. Había un griterío, tal y como se espera en una aglomeración de esa magnitud, en el que se confundían pláticas entre la gente, ofertas de vendedores ambulantes a gritos y la voz de quien en ese momento usaba la palabra; pero cuando tocó el turno y empezó a hablar Andrés Manuel, todos callamos, hasta los vendedores ambulantes. Ese silencio espontáneo, sepulcral, increíble, para escuchar su voz siempre muy pausada y apasionada, me pareció mucho más indicativo del tamaño de dirigente que tenemos y del tamaño de consideración y cariño que despierta entre el pueblo, que los gritos de «¡Obrador, Obrador!», o el famosísimo «¡No estás solo!». Cuando AMLO habla, cuando escribe, cuando nos plantea algo, sabemos que hay que escuchar con todo cuidado: tiene nuestra confianza, que se ha ganado a pulso con una vida dedicada a la lucha, y por haber mostrado una gran inteligencia y un gran cuidado para dirigir el proceso del que formamos parte.

También recuerdo la solidaridad y ánimos de los compañeros de la Ciudad de México, algunos de los cuales preguntaban con curiosidad de dónde veníamos, que cuánto tiempo habíamos viajado, que cuánto nos gastamos en el viaje, etc. Aunque cierto es que pronto perdieron el interés en nosotros, cuando llegaron los compañeros de Baja California Sur, que habían venido en autobús en un viaje mucho más largo aún, y se llevaron los aplausos de todos.

Al mismo tiempo que ese ánimo festivo, había una genuina indignación contra el fraude. Estábamos muy enojados, muy indignados por el pinche fraude, como se le había nombrado en esa consigna extraordinaria, quizá la segunda más gritada después del ya histórico ¡Voto por voto, casilla por casilla! Hoy, las cosas son muy diferentes. La Cuarta Transformación se consolida paso a paso, y el Pueblo de México cada vez deja más claro que estamos ante un cambio profundo. Ahora el ánimo es pleno, el futuro es luminoso. La alegría siempre estuvo de nuestro lado, pero ahora esto es aún más cierto.

Vamos a abrazarnos y a acompañar a nuestro querido dirigente una vez más.

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