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Payasos y mercenarios de la comunicación

Para quienes participamos, nos interesamos en temas políticos y en general para la ciudadanía preocupada y ocupada en los asuntos públicos, nunca deja de sorprender y encender las alertas que a un político o a un grupo político se le abran por completo los grandes medios de comunicación, más aún en estos tiempos en los que el poder comunicacional tradicional, sobre todo en México, se ha corrompido en su mayoría, gracias a un proceso que durante décadas ha terminado de crear una mezcla monstruosa de corrupción entre los medios y las instituciones políticas.

Llama bastante la atención, aunque para nada nos sorprende, que Víctor Trujillo, el bien llamado payaso Brozo, y Carlos Loret de Mola, otro payaso (ambos representantes, defensores y voceros del viejo régimen), pongan en total disposición sus espacios comunicacionales a un personaje como Maru Campos, actual gobernadora de Chihuahua.

Para nadie es desconocido que estos pseudoperiodistas sirvieron de tapete y tapadera de los gobiernos de la época neoliberal. Para nadie es desconocido que son conservadores, amantes del pasado turbio en el que prácticamente ellos representaban el poder político intentando detener el cambio en México. Nadie ignora que hicieron el máximo esfuerzo y pusieron todos sus recursos en el fallido intento de frenar el gran avance del ahora Presidente Andrés Manuel López Obrador y hoy nadie duda que tienen como objetivo descarrilar a base de mentiras a la Cuarta Transformación.

Tampoco resulta desconocido que la actual gobernadora del estado de Chihuahua, Maru Campos, representa un retroceso democrático; que representa a la vieja cúpula duartista que saqueó y dejó en ruinas a la administración estatal, y que encarna al calderonismo y a la vez al salinismo en esa alianza permanente con lo peor de la supuesta clase empresarial. Tal vez —y solo tal vez— estas sean algunas razones para que ahora tenga los grandes espacios nacionales de opinión a sus pies, con la llama de la esperanza para estos traficantes de la información de que —como lo dijo Marko Cortés— se convierta en una carta presidenciable de cara al proceso electoral en 2024.

Recordamos —y los chihuahuenses no olvidamos— que el exgobernador de Chihuahua César Duarte, aún preso en Estados Unidos y a la espera de ser extraditado a México, tenía el control casi absoluto del poder ejecutivo, legislativo y judicial del estado grande, además del control de los medios de comunicación —no solo en el estado de Chihuahua, sino que llegó a abarcar control en algunos nacionales— con el claro propósito de ocultar y engañar a la población mientras se llevaba a cabo el robo más grande de la historia de Chihuahua —quizás de México—.

Sus alumnos, beneficiarios y aprendices, como lo fue la actual gobernadora, asimilaron muy bien sus estrategias. Ella conoce perfectamente la importancia de tener y mantener, al costo que sea, el control de este poder. Conoce que, con todo y la gran influencia que generan en nuestros tiempos las redes sociales —donde la información se pierde en un mar de noticias y temas dispersos—, los periódicos, la prensa escrita, la radio y la televisión no han dejado de tener conexión directa con la población, con la gran distinción de que en ellas —a diferencia de la dinámica de las benditas redes sociales— la “verdad” la dicta un solo grupo de intereses creados y se distribuye sin opción a cambio o modificación como única entre la población, sobre todo entre la población más pobre.

Por eso es importante retomar y actuar en consecuencia de lo que menciona el Presidente Andrés Manuel López Obrador; es importante y fundamental el esfuerzo que se hace día a día por informar desde la mañanera y desde los espacios públicos el actuar del Gobierno de México y de la Cuarta Transformación, aunque resulta de igual importancia que la ciudadanía organizada en coordinación con todas y todos los militantes de este gran movimiento transformador, nos convirtamos en un vínculo de información, en un vehículo para llevar la verdad al Pueblo para contrarrestar los esfuerzos de la vieja clase política, económica y comunicacional por regresar al pasado.

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