Algo se interrumpió. Y esa debería ser una de las maneras próximas para definir un cambio: la interrupción de un proceso; la voluntad para alterar el curso, el rumbo. No es casualidad que haya más agua que tierra en el planeta. Y debe ser por ello que asimilamos las cosas como barcos, como naves y timones. Orillas. Una isla y el naufragio. Interrupción: acción y efecto. ¿Qué se interrumpió aquel domingo primero de julio del dos mil dieciocho? La respiración, en primera instancia. Mares de gente, pronunciaban quienes cubrían la nota (es difícil de creer, pero la gente forma olas, incluso en los estadios). El pueblo como ola, una ola más alta que la del sueño de Hokusai. Cuerpo humano: sesenta por ciento agua. Y a todo esto, ¿quién es Andrés? Un solo hombre, pero no un hombre solo. Cuánta frustración deben sentir las altas estructuras de cemento y tabiques al notar que apenas setenta kilos de vejez pueden más que las vigas de acero y el cableado de luz. Instituciones ubicadas en calles y avenidas. ¿Qué hacer frente a la esperanza, cuyo código postal es el corazón? Símbolo: signo que establece una relación de identidad con una realidad. ¿Quién es Andrés? ¿Le han visto los zapatos? Tienen tanto polvo como los nuestros. Polvo: ejército que invade los muebles y la casa. Tiempo: el tiempo es polvo. ¿Han notado cómo habla? Lo hace igual que el abuelo. ¿Y esas pausas frente al micrófono? No es otra cosa más que la atención de escucharlo respirar. Y eso molesta. Porque nada tiene más vigor que la vida misma. ¿Cuánto tiempo le queda? Preguntan desde otra orilla; desde otra isla. Aprendimos a levantar la mano. Pero eso también molesta. Deberíamos ahogarnos en deudas, en fracasos, en desempleo, en pobreza, en nuestro propio cuerpo, de ser posible, que al fin y al cabo, agua demás tenemos. Oposición: contraste entre dos cosas contrarias. Nada nos aleja más que identificar con milímetros las diferencias. ¿Qué tan lejos está la isla que se ha ido a poblar la oposición? ¿Qué hizo Andrés aquella tarde del primero de julio? ¿Alguien lo sabe? ¿De cuando acá los patos se salen del agua? Devolvamos civilidad, empatía: ¿o acaso no es terrible que alguien te interrumpa? Viene el espasmo: la incertidumbre de no poder continuar. La felicidad brilla, la burla es opaca. ¿Y si le decimos a la oposisición que se están ahogando en un vaso de agua? ¿Sabrán la diferencia entre pensar y querer tener la razón? Una vida que no es examinada no vale la pena ser vivida, dijo Aristóteles. ¡Cuánto estorba Aristóteles, por cierto! ¿Y si todo sale mal? Es en serio: ¿y si todo sale mal? ¡Qué bueno! Por lo menos, por lo menos esta vez elegimos que así fuera. Después de todo, agua y sal tenemos de sobra para que nos salgan por los ojos.
Daniel Miranda Terrés. Politólogo, poeta, y ensayista. Es autor de los libros: Pan: el dios del miedo (Ediciones Simiente. Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura 2015); Anatomía del fracaso (Mantis Editores. Premio Nacional de Poesía Bartolomé Delgado de León 2015); El libro de la enfermedad (Ediciones Cuadrivio. Premio Internacional de Poesía Ramón Iván Suárez Caamal 2016). Un hombre lleno de incertidumbres y trastes sucios (Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2019). Actualmente, es becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes FONCA, Jóvenes Creadores, en la especialidad de poesía.