A raíz de los resultados electorales y las múltiples explicaciones que siempre llevan consigo estos ejercicios, se ha puesto en boga la llamada clase media. En específico un sector de esta clase media que el presidente señala que es muy difícil de convencer pues tienen muchos factores que los alejan de valores colectivos y los hacen concentrarse en valores individuales. Estos factores van desde el nivel de escolaridad, el nivel de ingreso, los círculos sociales a los que pertenecen o simplemente lo que consumen (medios, periódicos, radio, tele, internet). Esto no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, pero vale la pena preguntarse ¿cómo llega un sector históricamente olvidado por los gobiernos neoliberales a votar a sus verdugos? Es decir, cómo es posible que este sector no haya decidido refrendar un gobierno que ha trabajado por y para el pueblo, que busca la honestidad como eje central de su quehacer, que invierte en proyectos de infraestructura a futuro, que a pesar de la pandemia ha mantenido estable el peso, la gasolina, los productos de consumo básico y no ha disparado la deuda. Y en cambio haya decidido votar por partidos cuyo trabajo en sexenios pasados ha demostrado ser opaco, deficiente, corrupto, despilfarrador, irresponsable y hasta sanguinario.
Son muchas las posibles respuestas, pero antes de abordarlas quisiera ilústralo con una anécdota: Aún faltaban 3 semanas para el día de la elección, iba camino a mi trabajo por la mañana, y en un cruce de avenidas nos tocó luz roja. Al parar el uber, nos abordó una brigada del candidato del PRI, el conductor les dice que no le peguen nada, de la misma manera cuando dices que no te limpien los parabrisas. Después de eso comentó el conductor “estos que ahuevo te quieren pegar calcas.” Y yo para sondear le pregunte al conductor: si no es indiscreción, quien es su gallo o gallina, si no es el del PRI. Y me contestó el conductor: “pues yo voy con el PAN o con el MC.” Y yo le vuelvo a preguntar: ¿y qué es lo que le convence de esos dos candidatos?, si se puede saber. Me respondió: el chiste es que no gane MORENA. Y yo indignada y sorprendida exclamé de inmediato: ¿y eso señor? ¿por qué no debe ganar MORENA? Con una firmeza el conductor me comenta: “mire señorita, no debe ganar morena porque el presidente quiere hacer al país socialista.” Volví a cuestionar al conductor: disculpe mi ignorancia, señor, pero ¿qué es o cómo es un país socialista?, el señor no tardó en levantar un poquillo más la voz y respondió: “señorita hay que leer, un país socialista es como Cuba”. De inmediato continuo con las preguntas: y ¿cómo es Cuba? El señor, en un tono áspero, con una molestia evidente (no sé si fue por mis preguntas) me responde: “pues en Cuba no hay ricos, el presidente quiere un país sin ricos.” Como dicen los millenials: “quedé”. Pero seguí con mis cuestionamientos, le pregunté señor ¿y usted es rico? O ¿por qué le afecta que no haya ricos? El conductor me volteó a ver en el retrovisor con una mirada fija, que en ese momento interprete como un “¿que no me ves?” y respondió con un desanimo: “no, yo no soy rico”. Y regresé a los cuestionamientos y le dije: entonces, si no es rico, ¿por qué defiende a los ricos? Y me dice: “tengo muchos amigos ricos, Garza Laguera es mi amigo.” Y le dije ah ok, entonces usted defiende a sus amigos ricos. Inmediatamente me cuestionó el conductor: ¿y usted por quien va a votar? y yo amablemente le respondí: mire yo no soy rica, ni tengo amistades ricas, de hecho, toda mi familia y conocidos somos clase trabajadora, así que votaré por el partido que ve por nuestros intereses, ya ve que el presidente aumentó el salario, eso benefició a mi familia, a mis compañeros de trabajo, a mis vecinos. El conductor se quedó pensando, y me recomendó reflexionar más mi voto.
Está claro que es solo una anécdota y no se debe categorizar con base solo en esto, pero llaman la atención varias cosas de esta interacción: primero que ningún partido opositor ha logrado ilusionar a los votantes, en la mayoría de los casos han sido votos en contra del movimiento y no a favor de nada. Segundo, demuestra que el individualismo del que habla el presidente está presente aun en sectores precarios de la clase media. Tercero que ese individualismo que fue fomentado por décadas en el periodo neoliberal es alimentado conscientemente por los medios para generar división y discordia entre la población. Esta es la única explicación que le da sentido al razonamiento del conductor de Uber de que el presidente es socialista y los socialistas odian a los ricos y sin ricos ya no hay a qué aspirar. Está claro que ni el presidente es socialista ni el socialismo es que no haya ricos, pero el condicionamiento ideológico de los sexenios pasados sumado al bombardeo en contra de las acciones gubernamentales del sexenio actual ha dificultado mucho que ciertos sectores de la llamada clase media se identifiquen con la transformación, y abracen discursos individualistas, poco solidarios y hasta ilusorios como “ser amigo de Garza Laguera”. En la Ciudad de México esas ideas de desapego alimentaron a la alianza del PRIAN, en Nuevo León, ese voto aspiracional se lo llevó el gobernador electo Samuel G. El candidato de MC supo capitalizar esa disyuntiva ofreciendo más confrontación con el gobierno de la 4T, agudizando las supuestas diferencias entre el norte y el sur del país, e identificando a MORENA como el enemigo.
Por esto es indispensable dejar claro que, si el gobierno de México tiene como principio “por el bien de todos y todas, primero las y los pobres”, es precisamente porque el gobierno es para todas y todos. Los programas de bienestar del gobierno de México, por decir un ejemplo, ayudan a todas las clases sociales en el país: las pensiones para el bienestar de las personas adultas mayores y las personas con discapacidad llegan a cada rincón de México. Estos apoyos convertidos gracias al gobierno de la 4t en un derecho apoyan sin duda alguna también a las clases medias y clases altas. No solo porque sean universales, pues tanto aquí en Nuevo León como en el resto del país llegan los apoyos para las colonias donde viven los ricos y donde viven los pobres, sino también han ayudado a estabilizar la economía pues con ellos se mueve el consumo local en todos los territorios. Pero no es el único beneficio, si queremos aspirar a un país cada vez más en paz, es necesario moderar la indigencia. No es sostenible un país con tanta desigualdad, si les va mejor a los de abajo, nos va mejor a todos. Para algunas clases sociales los apoyos pueden ser visto como algo menor, pero para la mayoría de la gente esos apoyos significan su ingreso total, significa también poder decidir seguir estudiando, seguir haciéndose cargo de sus mayores, o de las personas con discapacidad, etc. Es importante tener esto presente y no dejarse engañar cuando los medios de siempre, pagados por los políticos de siempre, nos vengan a mentir con que nos vamos a convertir en Cuba solo por buscar el bien de todas y todos. Que nadie los siga engañando, la cuarta transformación para todas y todos. Si tenemos una visión solidaria con el pueblo, nos protegemos contra todo discurso racista, clasista y xenófobo que nos quieran vender.