Ecuador se prepara para una crucial elección presidencial en 2025, un evento que podría marcar un giro político en el país tras años de inestabilidad, crisis económicas y descontento ciudadano.
Luisa González, la figura emergente del progresismo ecuatoriano, parece posicionarse como una candidata con posibilidades reales de ganar en primera vuelta.
Esta elección no solo es una oportunidad para redibujar el mapa político de la nación, sino también para revivir el proyecto de la Revolución Ciudadana que transformó a Ecuador durante la presidencia de Rafael Correa.
De Moreno a Noboa
La situación actual del Ecuador es el resultado de una serie de acontecimientos que comenzaron con la ruptura del legado de la Revolución Ciudadana durante el gobierno de Lenín Moreno (2017-2021).
Elegido bajo la bandera del progresismo, Moreno dio un giro inesperado hacia la derecha al aliarse con sectores conservadores, desmantelar programas sociales y adoptar medidas neoliberales que desencadenaron un deterioro en los índices de pobreza y desigualdad.
Su gobierno fue percibido como una traición al mandato popular, lo que debilitó al movimiento político que lo llevó al poder.
En 2021, Guillermo Lasso, un banquero y empresario de derecha, ganó la presidencia en un ambiente polarizado.
Su administración, marcada por acusaciones de corrupción, incapacidad para manejar la seguridad y un manejo económico fallido, se convirtió en un caldo de cultivo para el descontento ciudadano.
Esto culminó en una crisis política tan grave que Lasso no logró completar su mandato, y Ecuador se vio obligado a celebrar elecciones anticipadas en 2023.
El resultado de estas elecciones sorprendió al país, Daniel Noboa, hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, asumió la presidencia con promesas de modernización y estabilidad.
Sin embargo, su administración de dos años ha sido ampliamente criticada por su autoritarismo, políticas económicas ineficaces y la profundización de la inseguridad y el caos institucional. Estos factores han llevado a un creciente clamor popular por un cambio de rumbo.
Luisa González, una alternativa progresista
En este contexto de desilusión y búsqueda de alternativas, Luisa González emerge como una figura clave para el progresismo ecuatoriano.
Su experiencia como exministra durante el gobierno de Correa, junto con su cercanía a las bases populares, la convierten en una candidata con capacidad para articular una plataforma política inclusiva y transformadora.
González representa una promesa de retorno al modelo progresista que priorizó el desarrollo social, la infraestructura y la redistribución económica.
Sus propuestas se centran en restaurar programas sociales abandonados, reactivar la economía mediante la inversión pública y fortalecer las instituciones democráticas debilitadas por gobiernos recientes.
Uno de los puntos fuertes de su candidatura es su capacidad para conectar con los sectores más afectados por la crisis: trabajadores, campesinos, jóvenes y mujeres.
Además, su discurso ha logrado aglutinar a una amplia coalición de fuerzas de izquierda, movimientos indígenas y organizaciones sociales que buscan revertir las políticas neoliberales de los últimos años.
¿Es posible ganar en primera vuelta?
Para que Luisa González logre ganar en primera vuelta, deberá superar el umbral del 40 % de los votos con una diferencia de al menos 10 puntos sobre el segundo lugar, según lo establece la Constitución ecuatoriana.
Aunque este escenario es difícil, no es imposible si se consideran varios factores:
Descontento generalizado: Los gobiernos de Moreno, Lasso y Noboa han erosionado la confianza en los partidos tradicionales y las élites económicas.
Esto podría favorecer una candidatura que se presente como una alternativa real al statu quo.
Unidad del progresismo: El apoyo del movimiento correísta, combinado con alianzas estratégicas con otros sectores de izquierda, puede consolidar una base electoral lo suficientemente amplia como para evitar una segunda vuelta.
La herencia de la Revolución Ciudadana: A pesar de los ataques mediáticos y judiciales contra Rafael Correa y su movimiento, una parte significativa de la población aún asocia ese período con estabilidad, crecimiento económico y mejoras sociales. González puede capitalizar esta memoria colectiva para movilizar votos.
El desgaste de Noboa: Los errores y abusos de la administración de Daniel Noboa han generado un fuerte rechazo, especialmente entre las clases populares. Esto podría traducirse en un voto castigo que favorezca a González.
Retos para el progresismo
A pesar de las oportunidades, el camino hacia una victoria en primera vuelta no está exento de desafíos. La derecha ecuatoriana, con su poder económico y mediático, probablemente lanzará una campaña feroz contra Luisa González, utilizando estrategias de desinformación y judicialización para debilitar su candidatura.
Además, la fragmentación del electorado y la desconfianza en la clase política en general podrían complicar la movilización de votantes.
González también deberá enfrentar el reto de articular un plan claro y creíble que no solo prometa un retorno al pasado, sino también una visión renovada para el futuro.
El impacto de una victoria progresista
Si Luisa González logra imponerse en la elección de 2025, su victoria representaría un cambio de ciclo político en Ecuador y un mensaje claro sobre el rechazo a las políticas neoliberales que han dominado en los últimos años. Un gobierno progresista podría priorizar:
La recuperación económica: Mediante la reactivación de la inversión pública, la renegociación de deudas externas y el fortalecimiento de sectores estratégicos como la energía y la agricultura.
La lucha contra la desigualdad: Con programas sociales enfocados en la educación, la salud y la generación de empleo.
La institucionalidad democrática: Revertir las reformas autoritarias de gobiernos recientes y promover la participación ciudadana.
A nivel regional, una victoria de González también podría fortalecer el resurgimiento de gobiernos progresistas en América Latina, alineando a Ecuador con países como Colombia, Chile y Brasil, que han experimentado un giro hacia la izquierda en los últimos años.
La elección presidencial de 2025 en Ecuador será un momento decisivo para el país. Luisa González tiene la oportunidad de encabezar un cambio político profundo, pero su éxito dependerá de su capacidad para consolidar una coalición amplia, resistir los ataques de la derecha y presentar una visión convincente para el futuro. Si logra ganar en primera vuelta, no solo marcaría el regreso del progresismo, sino también el inicio de una nueva etapa de esperanza y reconstrucción para Ecuador.