Ante lo inadvertido de la cotidianidad, suceden momentos extraordinarios que construyen la historia. Ahí, frente a nosotros, los relatos comienzan a contar justo lo que sucedió apenas unos instantes atrás. Sobre todo, porque la historia —como escribió Alfonso Reyes en Pasado inmediato y otros ensayos— está caracterizada por la “irreversibilidad de las cosas siempre en marcha, con su rugido de Nilo en creciente que no sufre márgenes ni orillas.” Asistimos a la cita de la historia que se escribe simultáneamente con los hechos observados y también hay momentos en los que somos parte de ese gran cauce histórico sin límites y márgenes.
La elección del pasado 02 de junio fue histórica por varias razones. A propósito, destacaría un par: la primera es porque por primera vez en la historia de México —desde 1824 que contamos con titulares de la Presidencia de la República— fue elegida una mujer como presidenta de la República; la segunda razón está vinculada con el respaldo popular obtenido por un proyecto político que ha recuperado la relación entre política y justicia social. El triunfo de la Dra. Claudia Sheinbaum es, en sí mismo, historia escrita.
Si al hecho propio se suma la magnitud del resultado, el cual según el conteo rápido del Instituto Nacional Electoral fue por una diferencia de hasta 32%, entonces estamos frente a la historia del triunfo político de las mejores causas. El resultado —dijo la propia presidenta electa— es “el reconocimiento del pueblo de México a nuestra historia, a los resultados, a la convicción y a la voluntad. Pero sobre todo es el reconocimiento del pueblo de México a nuestro proyecto de nación.” La dimensión de la diferencia en el número de votos es directamente proporcional al nivel de valoración positiva del momento histórico que atraviesa México.
El proceso electoral y sus resultados son un mensaje claro de que algo cambió de manera rotunda. También es muestra fehaciente de que la memoria colectiva está intacta. La sociedad conoce la historia reciente y comunicó —a partir de los votos— la inviabilidad del retorno al pasado. Las personas asistieron a la cita con la historia y han sido parte de ella por la valoración de que los resultados obtenidos de 2018 a la fecha —particularmente aquellos vinculados con la mejora de los ingresos de los hogares, reducción de la pobreza, incremento de la población beneficiaria de los programas sociales, recuperación real del salario mínimo y mejores garantías laborales para los trabajadores— son positivos.
Al respecto, datos oficiales indican que la recuperación real del salario mínimo (a partir de los incrementos oficiales) registró un acumulado de 116%, contrario al comportamiento del salario en los últimos tres sexenios en los que no superó el 14%. La revalorización del salario y el incremento del poder adquisitivo, sumado al control de indicadores como la inflación, provocaron la reducción de injusticias sociales como la pobreza laboral, la cual se redujo hasta en un 4.9%. Además, entre la población ocupada se registró un incremento en sus ingresos de hasta 17.4%, la cual es una cifra superior frente al decremento registrado —en términos reales— frente a sexenios previos.
Esta realidad, descrita por la evidencia y los datos, no puede refutarse —a pesar del intento del bloque partidista opositor— y ahí radica el centro del triunfo electoral. En el futuro, este momento de la historia nacional será recordado como determinante para el aprovechamiento del contexto internacional, y como un punto resolutivo para la continuidad de un proyecto basado en los intereses de la sociedad en general.
Además, los resultados del proceso electoral desmontan los argumentos sobre polarización política. En la sociedad, más bien, hay un consenso acerca de cuál es el proyecto que mejor representa sus intereses. Lo que ocurrió es un buen ejemplo de la tesis del libro Ordinary People in Extraordinary Times de la politóloga Nancy Bermeo, según la cual: “Muchas veces hemos confundido la polarización de unos pocos y selectos grupos en la sociedad para la polarización en la sociedad en su conjunto, y no distinguir entre dos conjuntos diferentes de polarización” y que, en realidad, en momentos de quiebre o determinantes políticamente, las personas (la sociedad en conjunto) prefirieron apoyar las causas democráticas.
Lo ocurrido el 02 de junio fue que presenciamos la historia y acaso hemos sido parte de ella.