Pasaron las elecciones del 2 de junio y tenemos una nueva Presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo. Con una ventaja por decir lo poco: abrumadora, de más de 30 puntos porcentuales, Morena continua al frente del Gobierno Federal, además de contar con un Congreso de la Unión sumamente robusto (con la suma de los partidos aliados), y la continuidad en las gobernaturas que actualmente encabeza la 4T, agregando Yucatán. El respaldo expresado en las urnas para Sheinbaum alcanza el 59.37% de los votos.
El carácter histórico de la elección se cristaliza en el hecho de que, por primera vez en la vida de la República Mexicana, habrá una mujer al frente de la presidencia.
Pero ¿qué pasó? ¿Por qué fue una votación tan copiosa, llegando al 60% de la participación del electorado? ¿Por qué esa diferencia de votos tan abismal?
El análisis profundo es requerido, pues ninguna encuesta publicada se acercó remotamente a los resultados finales. Por su lado, el poder mediático —que no es afín al régimen actual— se aventuraba apostando por la oposición del PRIAN-RD, prueba de ello la tendencia de los comentarios proveniente de opinólogos, articulistas, noticiarios, etc., los cuales no se cansaban de señalar y potenciar las flaquezas del gobierno de López Obrador además de insistir en una intervención deliberada en los comicios vía las mañaneras y la instrumentación de programas sociales.
Todos los eruditos de la comentocracia mexicana, vaticinaban una elección cerrada y una imposibilidad de mayorías calificadas en el Congreso de la Unión, así como la pérdida de los Estados como Veracruz, Morelos, Puebla e incluso la Ciudad de México. Apostaban por la debacle del Obradorismo. Nada de ello sucedió en la realidad.
Intelectuales del viejo régimen no encuentran explicación a lo acontecido en las urnas, se niegan a salir de las variables cuantificables (aunque si explican una parte de lo sucedido), y dejan de observar lo que representa el voto masivo hacia Morena. ¿Quiénes votan por Morena y por qué?, eso no logran explicárselo.
La falta de visión política no se le puede reprochar a quienes no entienden la política o se han desapegado de ella en su sentido estricto: sobre la cosa pública, los asuntos de todos, en democracia. No son los asuntos de unos cuantos iluminados que hablan en nombre del vulgo. Se presentan los cambios de paradigmas. Los sistemas de representación se pueden radicalizar cuando las urnas hablan de manera contundente. La democracia se puede hacer más democrática, pues.
Lo realmente preocupante es la ceguera de la oposición expresada en el PRIAN, y reflejada en lo burdo de su candidata presidencial Xóchilt Gálvez, pues aún, se nota, manejan la política como una mercancía; un producto que puede ser vendido a la gente, una narrativa, una ficción que detrás esconde la intención de mantener un México sumiso frente al poderoso, y un pueblo adormecido para continuar realizando pifias en pro de los privados.
Su malestar se manifiesta en el insulto a las personas: los llaman tontos e ignorantes, por decir lo menos a quienes votaron por Claudia Sheinbaum. Sacan a flote lo peor de sí, su clasismo y racismo, un mal que no muere en el México moderno.
Lo que sucedió es que la realidad superó a la ficción. Y la realidad es que la gente da su respaldo a un proyecto social que mira por lo más pobres, que los ha incorporado a la vida pública, que lo ha tomado en cuenta, que les ha brindado la oportunidad de participar de la política.
Quienes compran el discurso de los poderosos, no representaron lo suficiente en las urnas, en contraste con las personas que aptaron por la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación. Las clases medias, los pobres, los mexicanos en su mayoría votaron por ese proyecto.
El PRI y el PAN, personeros de la derecha mexicana, aún no se percatan de la magnitud de lo representado este 2 de junio, una elección que muestra una tendencia a volver a trazar nuestro sistema de partidos, a radicalizar la democracia. La gente quiere dejar en el olvido al PRI y al PAN; su barco naufraga y aún no saben que la ola que los lleva a la deriva tiene color guinda.
P.D.: ganar por ganar no funciona en esta nueva lógica, la responsabilidad de que este proyecto triunfe radica en que Morena y aliados le cumplan al pueblo mexicano la promesa de un México con bienestar para todos.