La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Eduardo Galeano
En lo que va del sexenio, los conservadores y adversarios del presidente Andrés Manuel López Obrador han tratado sistemáticamente de desprestigiar las nuevas políticas en materia económica; alimentando arrogantemente su visión neoliberal, negando los cambios estructurales del nuevo enfoque económico. En sus análisis plantean que el presidente padece de un trastorno mental; sin embargo, cada vez se confirma que ellos padecen miopía teórica e histórica, porque si hacemos memoria, en la gran crisis del “viernes negro” en 1929, se deslumbraba el fin del capitalismo clásico de libre mercado con el emblema que lo caracterizó a nivel mundial: "Laissez faire et laissez passer" (Dejar hacer dejar pasar), donde no se encontraba una salida a la mayor crisis de sobreproducción (mayor oferta de mercancía y menor demanda de consumidores de mercancías) de la época.
Sin embargo, John Maynard Keynes, un matemático y economista inglés planteó una salida viable para la crisis que en esencia buscaba la participación del Estado en el mercado como un actor más en la estructura económica. Este planteamiento se llevó al terreno político e implicó que el gobierno más importante, a cargo del presidente Franklin D. Roosevelt, tomara medidas al respecto: impulsó una estrategia política-económica basada en un programa del tipo Keynesiano llamado "New Deal", integrada por programas de asistencia social, apoyo a los campesinos, así como erradicar el desempleo, la regulación bancaria y financiera, la reforma para la protección de los sindicatos, el mejoramiento en la seguridad social y la pobreza generada por la crisis.
Todo lo anterior llevó a que Estados Unidos se impusiera como la economía capitalista más importante del planeta. Pero vayamos más de fondo, indaguemos en cuál es el secreto de las políticas de corte Keynesiano que llevó a ese desarrollo nunca antes visto en Estados Unidos. La participación del Estado fue crucial como ente de inversión pública y de trasferencia de dinero a la población (programas sociales) lo que llevo a que la población tuviera mayores ingresos y pudiera consumir mercancías inmediatas y duraderas, en pocas palabras incentivó el consumo. A su vez, convirtió a la estructura gubernamental en un actor empresarial más, como actor de inversiones en obra pública (infraestructura en carreteras, escuelas, hospitales, empresas estatales y paraestatales, etc.). Esto nos es familiar. Suena como si se estuviera hablando del actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Que el aparato gubernamental participó como la empresa que mayor inversión generaba al país y como un ente que impulsaba el crecimiento económico, agregando los programas sociales y el aumento salarial, además del mejoramiento de la seguridad social, con una fuerte postura en pro de los trabadores y sindicatos, derivó en la optimización de la calidad de vida de las clases bajas estadounidenses, llevándolas a ocupar las nuevas clases medias. Solía contarse que el gobierno de Roosevelt contrataba a ciudadanos estadounidenses por la mañana para abrir pozos en el desierto de Arizona, y por las tardes contrataba a otros ciudadanos para cerrarlos; similar al gobierno de López Obrador que está empleando billeteros para la rifa del avión presidencial y que pretende vender 6 millones de boletos a 500 pesos; contará también con 84 organismos de venta foráneos, 50 expendios, 310 vendedores ambulantes en el área metropolitana (valle de México), y 2 mil 658 en toda la República, además de alrededor de 6 mil vendedores a nivel nacional según datos oficiales.
Pareciera que el actual gobierno mexicano fuera una réplica de lo anteriormente expuesto. Como si se tratara de un bombero al rescate del capitalismo de la crisis general de 2008-2009, que es la más severa que hemos tenido y la cual seguimos padeciendo, porque no solamente es económica y política, también es ambiental.
El gobierno del presidente López Obrador tiene una fuerte política de trasferencias gubernamentales con más de 15 millones de beneficiarios de programas sociales. Sólo un elemento que no se asemeja a la época de los años 30´s en EE.UU., y que es de suma importancia, la corrupción que no era una práctica cotidiana, por lo que se tiene que recurrir a una estrategia para “limpiar la casa” como fue la empleada en el año pasado y que concentró el gasto en inversión y planeación de las diferentes Secretarías, en una modalidad conocida como “compras consolidadas” para ver dónde ocurrirá el mal manejo de los recursos. Por ese motivo no hubo tanto gasto gubernamental, y se dio la encomienda de ahorrar en la medida de lo posible el recurso asignado, así como eliminar los gastos superfluos e incensarios.
Este año se pretende impulsar el gasto de inversión pública en mega proyectos y programas sociales para que se tenga un efecto multiplicador que se vea reflejado en un aumento del consumo como motor de crecimiento económico, lo que derivará en que los micro, pequeños, medianos y grandes empresarios obtengan mayor ganancia, lo que se traducirá en mayor inversión en infraestructura y empleabilidad. Esta política de incentivar el consumo inició con los anuncios que ha hecho consecutivamente el banco de México de la disminución de la tasa de interés a la inversión (el pasado viernes 14 de febrero se redujo por quinta ocasión la tasa impositiva a la inversión que se fijó a 7 puntos con una disminución de 25 puntos de la última vez), siendo atractiva para los inversionistas pero a la vez muy alta para los consumidores (tarjetas de créditos, hipotecas, préstamos de ingresos personal); poco a poco irá mejorando.
La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) reporta que el mes de enero pasado las ventas crecieron, es decir, hubo alza en enero en plena cuesta, incluso el reporte menciona que es el mejor desenvolvimiento en los últimos cuatro años; esto se contrapone con los recientes resultados arrojados por el INEGI que concluye que existe una contracción del crecimiento de la economía nacional. Las ventas a tiendas iguales registraron en el pasado mes de enero el mayor crecimiento, desde el incremento observado en 2016 en el mismo periodo según cifras de la ANTAD, cuyas ventas ascendieron a 107 mil 400 millones de pesos. Si se sigue manteniendo esta tendencia ascendente al final de año, la venta total se pronostica por más de mil millones de pesos.
Las ventas de los súper y tiendas integran uno de los principales indicadores del consumo de las familias mexicanas. Esto refleja que la población está gastando por que le está impactando positivamente el aumento del 20% del salario mínimo y los programas sociales, lo que refiere un gran logro del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y la 4ta Transformación, por lo que se ve reflejado de manera positiva el aumento del poder adquisitivo del ingreso laboral.
Por eso, el pasado lunes 17 de febrero de año en curso el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), presentó los datos del cuarto trimestre de 2019 de la evolución del poder adquisitivo del ingreso laboral, “pobreza laboral”, entre el cuarto trimestre de 2018 y el cuarto trimestre de 2019; el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria disminuyó de 39.8% a 37.3%, respectivamente, por lo tanto, se observó también que el ingreso laboral real mostró un incremento del 5.9% entre el cuarto trimestre de 2018 y el cuarto trimestre de 2019. De tal forma que el ingreso laboral real aumentó 1.4% entre el tercer y cuarto trimestre de 2019. Por esta razón el incremento del ingreso laboral entre el tercer y cuarto trimestre de 2019 se observó principalmente en el 20% de la población con menor ingreso laboral, acompañado por el aumento del salario mínimo. Lo anterior demuestra la incorporación de un sector laboral marginado a nuevos mercados por el aumento considerable de su ingreso laboral para ser pauta de generación de consumo familiar y personal.
Todo lo anterior, es el inicio de una serie de políticas que están plasmadas en plan alternativo de naciones de corte keynesiano como sucedió en el gobierno de Roosevelt en los años 30; sin embargo, los adversarios del presidente deben entender que para llevar a cabo un nuevo régimen económico es necesario un cambio de raíz y crear nuevos mecanismos en políticas públicas para sacar a la población de la pobreza y que se emerja y se mantenga una nueva clase social, es decir, una "nueva clase media". Este cambio lleva su tiempo, es un proceso que debemos impulsar todos.
Tenemos que comprender, también, que en un momento las políticas económicas se agotan, por lo tanto, la tarea del gobierno Federal en materia económica es consolidar las políticas públicas (económicas, sociales y de infraestructura; etc.) y estar en constante evaluación y replanteamiento, así como estar siempre atentos a los comportamientos económicos y políticos mundiales para que no lleguen a agotarse en el futuro cercano.
Antonio Castro, Colaborador del espacio colectivo la comuna. Oriundo de la ciudad de Saltillo. Es un fiel opositor del sistema capitalista; militante febril del obradorismo. En pie de lucha desde el fraude del 2006. Amante de las letras, el clima frío y lluvioso, e ir a las tabernas de noche a promulgar la 4ta Trasformación.
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