Nuestra Madre Tierra necesita de todos y todas… es necesario participar de forma consciente, propositiva y activa, en su cuidado y restauración. Árboles y plantas cumplen una doble función: absorben CO2 y generan oxígeno, algo de vital importancia, ya que según diversos estudios, se necesitan 22 árboles para suplir la demanda de oxígeno de una persona al día. Hay demasiado por hacer, así como mucho en lo que podemos participar; en particular, los trabajos de reforestación se enmarcan en el ámbito de la silvicultura y se realizan, habitualmente, con el objetivo de revertir los efectos sobre el paisaje, causados tanto por la actividad natural (condiciones climáticas), como por la humana.
Las plantas y los árboles aportan múltiples beneficios para el planeta, las personas y el resto de seres vivos… reforestar contribuye a aumentar nuestras posibilidades de vivir. Este procedimiento se puede llevar a cabo en diversos tipos de terrenos, desde zonas urbanas, hasta áreas rurales o en aquellas que han sido deterioradas. Entre las ventajas de reforestar, se destacan: mejorar la cuenca hidrográfica, proteger el suelo de la erosión debida al arrastre de las lluvias, al mantenerlo con las raíces, crear áreas de protección del ganado en ganadería extensiva, proteger los cultivos, creando barreras contra el viento, frenar el avance de las dunas y la desertificación, proveer madera para su uso como combustible industrial o doméstico, protegiendo viejos bosques naturales, aumentar la fertilidad del suelo y sus nutrientes, mejorando las cosechas, reducir el rápido flujo de las lluvias, regulando el caudal de los ríos, evitando reboses y reduciendo la entrada de sedimento, crear áreas naturales recreativas, concienciar y sensibilizar a la población a través de los programas y jornadas de reforestación comunitaria, crear masa forestal donde no existía, amortiguar el ruido de las ondas sonoras, reduciendo los niveles de ruido en calles, parques o zonas industriales, filtrar el aire cálido y refrescarlo, creando zonas de sombra que ayudan a reducir el uso de aire acondicionado en zonas cálidas, crear empleos para la población local, de mantenimiento de las áreas reforestadas, cuidado y conservación, servir como fuente sostenible de madera y contribuir así a la economía local, cuando árboles jóvenes se plantan con regularidad y ayudar a mantener la temperatura y los niveles de humedad en la atmósfera del entorno local, entre muchos otros.
Se puede coadyuvar a reducir el calentamiento global mediante la plantación de árboles y plantas. Inclusive, la plantación de árboles en el lugar correcto, alrededor de los edificios y viviendas, pueden reducir los costos de aire acondicionado hasta un 50 %, según estudios hechos por ambientalistas y dependencias internacionales. Reforestar es un proceso que no empieza ni termina con el establecimiento de las plantas, pues requiere cuidados para su desarrollo. Una mala reforestación, puede incluso dañar el equilibrio de la naturaleza. En un principio es una actividad benéfica, desde el punto de vista del medio ambiente, pero también, la plantación de árboles es una necesidad, si queremos salvar nuestro planeta y nuestra propia vida.
La reforestación no es únicamente sembrar árboles, implica conocer el sitio a reforestar, definir la especie o especies a plantar, -se recomienda elegir especies propias de la región, adaptadas a las condiciones del suelo, clima, topografía y disponibilidad de agua-, así como cuidar que sean árboles y/o plantas de buena calidad, desyerbar o eliminar maleza, diseñar la plantación de acuerdo con la especie, el objetivo y la inclinación del terreno y elegir la época adecuada, que por lo general, es al inicio de la temporada de lluvias, para aprovechar la humedad y dar tiempo a que las nuevas plantas arraiguen.
Reforestar en la actualidad, debe implicar la restauración de la vegetación nativa y la aplicación de prácticas de manejo forestal sostenible, para contrarrestar la deforestación, fomentar la biodiversidad, mejorar la calidad del suelo, agua, y mitigar los efectos del cambio climático al absorber dióxido de carbono de la atmósfera. Esta práctica además de proporcionar recursos sostenibles, impulsa la creación de empleo, fortaleciendo así el bienestar de las comunidades.
Hay mucho que reconocer en este tema, al programa federal “Sembrando vida”, que ha superado la siembra de mil millones de árboles frutales y maderables, pues son relevantes sus logros en la reforestación, que se levanta como el pilar fundamental para construir un mundo donde la armonía entre la actividad humana y la naturaleza sea la clave de una convivencia duradera y sostenible, emergiendo como una herramienta poderosa para las personas y organizaciones comprometidas con un futuro sostenible. En el inicio tardío de la temporada de lluvias… ¡reforestemos y sembremos vida!