Por: Julia Álvarez Icaza
Somos varios los que estamos en cruda post electoral en la Ciudad de México desde el domingo. Lo mejor ha sido canalizar esa sensación que nos lleva “hacia abajo” en preguntas, análisis de datos, mapas, sondeos, y así canalizar esta horrenda sensación que corre por todo el cuerpo en algo más productivo.
Y sí.
Se siente horrible ver la Ciudad de México, cuna de la izquierda en el país, pintada, por la mitad de azul.
Se cumplió la máxima de la repetición diaria y continúa del presidente. Finalmente la ciudad se dividió entre chairos y fifís.
Lo primero que hay que decir es que no puede entenderse ese mapa, sino se parte de la idea de que fueron múltiples factores los que llevaron ahí, intentar explicar todo con una sola razón sería un análisis simplista que no llevaría a ningún lugar serio.
La primera reflexión para entender lo que sucedió el domingo tiene que ver con el voto de castigo de la clase media/alta de la CDMX, pero el mismo tiene que ser cruzado con la gran participación de de este tipo de voto. Sin uno u otro fenómeno no se puede entender lo que sucedió. La gente que no quiere a la Cuarta Transformación salió a votar por montones, no lo mismo del otro lado. Es decir en las casillas donde el PAN ganó -en muchas de ellas arrasó- y en las casillas donde MORENA ganó -se gana por poco o no con la suficiente diferencia multiplicada por varias veces- que en cambio, sí tuvo el PAN.
Y ahora la pregunta es:
¿A qué se debe el voto de castigo?
Para responder esta pregunta seré sincera, de nada sirve para el movimiento decir verdades a medias o auto engañarnos con paleros qué tal vez digan lo que no se quiere escuchar, un momento así tiene que servir necesariamente para decirnos las netas y con eso retomar el rumbo. El voto de castigo vino principalmente de la clase media/media-alta/alta. Hay muchos mapas cuyos cruces desprenden necesariamente esta información. Al mismo tiempo, sostengo que este voto de castigo no es para Claudia Sheimbaum, cuya gestión ha sido valuada como una de las mejores del mundo -incluso frente al COVID- su popularidad antes del metro oscilaba entre 60%-70%, aunque con la tragedia de la línea 12, cayó unos puntos, no se explica la derrota masiva si nos basamos únicamente en su popularidad.
Por otro lado tenemos las gestiones locales de las alcaldías, aunque seguramente influye y se suele subestimar la percepción de la gente sobre la gobernanza local, tampoco explica el voto de castigo masivo, pues hay candidatos que incluso ganaron con mucho mayor nivel de conocimiento. Esto indica por lo tanto que no ganaron por llamarse o no Juan Pérez, sino únicamente por venir en la fórmula de MORENA.
La explicación que queda y además sin duda es lo que se viene escuchando en el aire desde hace tiempo, es que la clase media de la ciudad está perdiendo la mística obradorista. Suena radical decirlo así. Pero el voto de castigo del domingo, fue sobretodo para Andrés Manuel y para MORENA.
Ahora este se explica con dos razones. Uno. Definitivamente la narrativa de AMLO no ha ayudado mucho a ganarse a la clase media el último tiempo, pero también los medios de comunicación masiva no han apoyado. Realmente son muy poquitas personas quienes vemos la mañanera, pero son miles quienes la interpretan a su antojo y ese mensaje se replica por doquier. Finalmente lo que escucha la clase media en la radio y en la televisión es lo que los medios de comunicación interpretan en general con mala leche sobre “lo que el presidente quiso decir”.
Ahora bien, sobre el tema de la participación masiva. Hay que reconocer que sin duda fue increíble por cuántos la gente salió a votar el domingo. Y el tema es que muchos de esos votos eran contra MORENA. ¿A qué se debe esta participación ferviente en unas elecciones intermedias?
Sostengo dos hipótesis. La primera es que la gente salió a votar con miedo, tragándose la tremenda mentira de “posiblemente esta sería la última vez que podríamos votar”, con el afán de “tumbar la dictadura”, “el voto útil” etc, pero también desde que asumió Andrés Manuel la presidencia sucede que la mayor parte de las personas que no estaban politizadas comenzaron a estarlo, comenzaron a participar del debate público. Esto es sano para una democracia. Pero en esta ocasión se tradujo en una participación casi inaudita en unas elecciones intermedias.
Como lo dije al inicio del texto, el resultado de las votaciones en la CDMX es una suma de varios factores, sin duda la tragedia del metro también afectó -aunque es curioso porque en Tláhuac, en el distrito donde se cayó el metro, MORENA ganó- sin embargo la gente que jamás usa el metro, voto en contra con ese pretexto. Es sabido que MORENA tuvo problemas para funcionar como partido hace unos meses y por supuesto que también pegó. El tema de la división de la sociedad entre fifís y chairos, el discurso reticente feminista del presidente, Félix Salgado Macedonio, la pandemia, la crisis económica y una larga lista de etcéteras. Y con ello no quiero decir que el presidente de México deba darle gusto a todo el mundo, pero sin duda hay que replantearse la forma en la que interpela a un sector de la sociedad que a pesar de que se le subestimó, salió a votar frenéticamente y se notó.
Por último. A la suma de los factores anteriores, se agrega el BOA, FRENAA, su bolita les funcionó en algunos casos. Varias alcaldías se hubieran ganado si la oposición no hubiera hecho montón. Como dijo un señor en una de las campañas en la CDMX “esa bolita es para robar” y sí, echaron montón, y pese a que un solo partido -MORENA- junto una cantidad de votos increíble, contra los otros 3 en la mayoría de los casos no alcanzó.
Lo que duele.
Duele ver a una CDMX, bastión de la izquierda en el país pintada por mitad de azul. Duele ver qué personajes como Gabriel Quadri vayan a llegar al Congreso, pero duele más que le haya arrebatado el curul a Pablo Gómez. Duele que la gestión de Claudia Sheimbaum sea una de las mejores en el mundo y que aún así no haya alcanzado ¿entonces buena gestión no es igual a votos? Duele ver a un grupo de personas que prefirieron darle su voto a lo que representa Anaya y Calderón, contra dárselo al movimiento encabezado por Andrés Manuel -con todo y sus fallas-. Toca tiempo de reflexión, silencios y duelos, pero no me cabe duda de que el movimiento que ante todo lucha por la vida, por la justicia, por atender primero a los marginados, que le duele profundamente y sinceramente el dolor de los dolidos, tarde que temprano volverá a interpelar el corazón de los capitalinos.
Este texto es producto de conversaciones y debates con amigos y colegas -más amigos que colegas- sin los cuales no hubiera sido posible hacerlo, a ellos -ya saben quienes son- gracias eternas por la canalización colectiva de lo acontecido, solo así es posible procesar hoy la CDMX.