Rituales y año nuevo

Rituales y año nuevo

Hace algunos días algunas personas se quejaban de que la cuenta de Twitter de la agencia noticiosa oficial compartió una infografía acerca de “rituales de año nuevo”. Se alegaba que esto demostraba el carácter anticientífico ya no sólo de la agencia misma sino incluso del gobierno de López Obrador, como una suerte de reproche por varias medidas y opiniones que no han gustado a las élites del mundo académico mexicano. Quienes eso alegaron no se han enterado, por lo visto, de que los rituales –independientemente del credo o la razón que los motive- son hechos perfectamente explicables desde la ciencia y tienen, pese a lo que suponen sus detractores, un alto grado de racionalidad.

Según algunas investigaciones recientes en el campo de la psicología, los rituales son más racionales de lo que comúnmente se cree y esto se debe a que algunos pueden ser extremadamente efectivos. Desde los rituales que se realizan después de sufrir una pérdida y que ayudan a aminorar el dolor hasta otras formas que se proponen, por ejemplo, afrontar situaciones que suponen un alto nivel de presión o estrés y que sirven mucho para reducir la ansiedad y aumentar la confianza de las personas, estas prácticas ayudan incluso a quienes no creen en ellos. Los rituales son acciones que tienen un impacto en el pensamiento, el sentimiento y el comportamiento de las personas.

De manera individual, se puede o no creer en la efectividad de los rituales, pero lo que no se puede negar es que existen evidencias científicas que la comprueban. En ese sentido no seré yo quien les recomiende aquí ningún ritual, pero sí me interesa señalar que, contrario a lo que se pudiera creer, todos llevamos a cabo, consciente o inconscientemente, acciones ritualizadas y que éstas tienen una función primordial para el equilibrio psicológico de cualquier persona. Los rituales, como sabemos, son un conjunto de acciones basadas en una creencia cuyo poder reside en su aspecto simbólico y no sólo se llevan a cabo a nivel individual sino también a nivel colectivo. Los seres humanos recurrimos a los rituales desde tiempos muy antiguos; la ritualidad ha sido parte inherente de todas las culturas del mundo a lo largo de la historia, incluso ahora, en el que el mundo está más conectado que nunca y nuestra vida está cada vez más ligada a tecnología y dispositivos ultra modernos.
En lugar de rechazar y enjuiciar a quienes creen en los rituales para la bienaventuranza en el año nuevo, tal vez habría que comenzar a revisar y hacer consciente cuántas acciones ritualizadas realizamos cotidianamente, entender lo indispensables que son para nuestra vida y el poder que tienen para mantener la sensatez, pese a la mala fama que se han encargado de hacerles quienes predican anclados en la rancia ciencia decimonónica.
Les deseo un muy feliz 2020.

 

Elisa Godínez.Politóloga y antropóloga. Investiga acerca de justicia por mano propia y violencias en contextos urbanos.

@tannnit

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