Miguel V pp-Horizontal

¿Se deben respetar ciertas opiniones?

La política siempre ha tenido como premisa fundamental el diálogo.

Es en el diálogo donde se dirimen las inconformidades y se llegan a acuerdos, llámese diálogo no a la negociación —ni siquiera es para tanto— el diálogo político es un simple acuerdo de comunicación en que ambas partes exponen sus motivos y por el bien del grupo o interés común se llega a un punto de coincidencia.

Por supuesto que también existen quienes no negocian con nadie, quien aspira a que todas las cosas se hagan exactamente como él, o ella quiere y se siente merecedor de pleitesía por alguna circunstancia momentánea. Esos que solo vociferan y quieren todo porque sí.

Todo diálogo, debe partir de una realidad fenoménica de pluralidad, es decir, del hecho de que todos tiene derecho a expresar su punto de vista, pero hasta ahí, y por siguiente de la intención de moldear tu punto de vista con el de la otra, u otras personas que se piensa entablar una conversación.
Se respeta el derecho que una persona tiene para emitir una opinión, no se le cuarta, no se le calla, no se le prohíbe, hasta aquí todo bien, pero ¿se debe respetar la opinión, aunque esta no sea correcta? por supuesto que no, este es el poder del diálogo.

Sin embargo, no hay que confundir la libertad de expresarse a la libertad de decir lo que quieras sin que nadie te diga nada, se respeta el derecho a expresarse, pero no se debe respetar la expresión si ésta ofende o invade el espacio y derechos de el “otro”, menos si alguien “rompe” con el diálogo antes de que dé comienzo.

Por eso, el pensamiento único no le funciona a la política, no es factor de unidad, divide y fragmenta a las expresiones limitando el único motivo por el cual pudieran caminar todo en un destino a pesar de las diferencias, más cuando este pensamiento único se opina como si fuese el “mejor”.

Y es que, es una visión bastante pequeña de un político aferrarse a una condición para imponer su “manera de hacer política”, sobre todo cuando la pluralidad de ideas, sectores, agrupaciones y maneras de pensar son lo que construyen estos Frankenstein políticos que de repente se forman.

El diálogo, está caracterizado por la escucha mutua, por la pregunta como llave de acceso al conocimiento mutuo y el diálogo como elemento transformador. Si no hay diálogo no hay cambio, si no hay cambio es más de lo mismo, si es más de lo mismo, la política fracasa.

Nos vemos en la próxima.

Sobre el autor

Comparte en:

Comentarios