Nos encontramos a semanas para que los comicios federales lleguen a México y se pueda elegir a la próxima presidenta del país. No obstante, es pertinente comentar el segundo debate presidencial y sus implicaciones en el entorno político.
El comportamiento de la candidata Xóchitl Gálvez recrudece conforme avanza la contienda electoral y se acerca al día de la elección (que es el 02 de junio de este año). Nada más sintomático que el segundo debate presidencial, donde dicha candidata se limitó al ataque, con una narrativa ya de por sí muy desgastada, sobre señalamientos sin fundamento real, circunscritos a la descalificación; incluso con cierta intolerancia a las mismas reglas de tiempos acordadas en el mismo Consejo General del INE, lo cual denota cierta desesperación.
Dichas manifestaciones se pueden constatar con el continuo llamado de Alejandro Cacho y Adriana Pérez Cañedo (moderadores del debate), a que no pueden realizar señalamientos cuando no sea su tiempo de hablar; a lo cual Xóchitl Gálvez en reiteradas ocasiones omitió. ¿Xóchitl en su personaje o su realidad?
Claudia Sheinbaum Pardo se mostró como una virtual presidenta, con un discurso más sólido sobre la continuidad del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación; sin embargo tampoco desaprovechó la oportunidad para contestar los señalamientos de Xóchitl, donde, probablemente, el mayor golpe fue cuando Sheinbaum afirmó que el único «narcogobierno» en México es el que encabezó Felipe Calderón Hinojosa del PAN (2006-2012), pues hay investigaciones y juicios en marcha contra exfuncionarios federales cercanos al expresidente relacionados con la materia.
Máynez aprovecha cada momento y lucha conectar con un electorado al que tradicionalmente se muestra “apático” de temas políticos: los jóvenes.
Las participaciones de la «derecha mexicana» en los últimos años se han convertido en discursos de odio y clasismo; es decir, se radicalizan; lo cual impide la existencia de diálogo y construcción de acuerdos y consensos democráticos. No obstante, también es cierto que los partidos PRI y PAN (ya ni hablar del PRD), han perdido presencia territorial a nivel nacional, lo cual se refleja en las ya pocas entidades gobernadas por estos partidos.
La pérdida de los espacios políticos para la derecha podrá estar relacionada con el recrudecimiento de su discurso, pero dicha estrategia no los ha devuelto al poder; sino los ha hundido más en una crisis sin precedentes, dónde la calumnia se convirtió en su forma de hacer política.
Tal vez, lo que no han aprendido es que atacar al Obradorismo mediante una campaña sucia o de miedo no debilita a Morena, sino que tiene el efecto contrario. El 2018 es la prueba más cercana.
No hay que pasar por alto que en democracia se deben ganar votos, y las estrategias deben replantearse entorno a ello y no en conservar una “parcela” del terreno, sino de sembrar la idea en toda la extensión de la tierra para que de ella germine el apoyo anhelado.
Y es precisamente eso lo que deja el segundo debate presidencial: una riña y conservación del voto propio. Hay que hablarle a toda la población y no centrarse solamente en los sectores con los que ya se cuenta.
Mientras tanto, en Azcapo:
Ya ha pasado un mes de campaña local en la Ciudad de México, y lo interesante comienza a vislumbrarse. En Azcapotzalco el gobierno derechista no titubea en mostrarse hostil ante los aires de cambio que se respiran, pues como se ha mencionado en otros medios de comunicación, diversos funcionarios públicos de la alcaldía utilizan los recursos públicos para mantenerse en el poder de una forma sumamente descarada y burda, pues realizan proselitismo en horas de trabajo, atacan a brigadistas de morena, incluso irrumpen en conferencias de prensa de otros partidos.
Es importante señalar que dichos acontecimientos ya fueron objeto de denuncia ante la instancia correspondiente por parte de Nancy Núñez Reséndiz, candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia en la Ciudad de México”.