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El segundo piso de las mañaneras

Continuidad o cambio fue el primer planteamiento en —lo que hoy parece—el lejano proceso de precampañas, cuando el Movimiento de Regeneración Nacional decidía el perfil que impulsaría a la presidencia de la República. Continuidad con cambio fue la rápida resolución: continuidad en lo objetivo, con cambio en lo adjetivo; continuidad en el fondo, con cambio en la forma. Así, poco a poco se fue decantando no solamente la candidatura más competitiva, sino también las líneas de continuidad en programas y acciones de un próximo gobierno, con un estrecho margen para la impresión de un estilo personal. Pocos son los instrumentos de gobierno que pueden encarnar estas dos características, como la conferencia mañanera. La pertinente decisión de mantener este ejercicio es materia del presente texto.

Como un mago que revela sus secretos, confiado en que su arte es más un oficio que una fórmula, fueron incontables las veces en que el compañero Presidente Andrés Manuel López Obrador habló de las virtudes de la mañanera. Con más propiedades y aplicativos que la pomada de la manzana, la mañanera es a la vez un ejercicio de comunicación con el Pueblo, un instrumento de transparencia y acceso a la información, un diálogo permanente y circular con la prensa, un vehículo para la atención de demandas sociales, un termómetro del ecosistema noticioso y, lo más importante, una herramienta contra la desinformación, las riendas de la agenda mediática y el mejor antídoto contra la infodemia. Acostumbrado a batirse en el lodazal de la guerra sucia —y salir airoso—, López Obrador logró fabricar y echar a andar —con inigualable disciplina y tesón indiscutible— un instrumento para convertir al otrora omnipotente aparato mediático de cuantiosos recursos materiales y humanos en el grotesco espectáculo barato y farandulero que siempre fue.

Como si quisieran enseñarle el padre nuestro al señor obispo, más de uno pecó de ingenuo tratando de imitarle. La senadora panista Kenia López realizó de febrero de 2022 a noviembre de 2023 la «contramañanera», una intentona de conferencia periódica —semanal al principio, y a los pocos meses cada vez más espaciada— con una duración promedio de veinte minutos por transmisión, grabada y editada previa publicación. Está también el caso de la senadora panista —y a la vez candidata ciudadana— Xóchitl Gálvez, quien en plena campaña anunció con ese característico ímpetu inaugural su «conferencia de la verdad», un chiste que no podía mantener más de una hora; no logró ni completar el mes, y fue de todo menos conferencia —y cada vez menos mañanera—.

La cifra exacta varía, pero las fuentes coinciden al afirmar que en septiembre de 2024 López Obrador cruzó el umbral de las 1500 conferencias mañaneras. Con una duración promedio de entre dos y tres horas, las mañaneras cobraron una dinámica única que lo mismo combina informes de gobierno, clases de historia, videos musicales, espectáculos de variedad, comparecencias públicas y debates políticos y epistémicos. Esta cátedra de la comunicación social fue también, entre las supracitadas virtudes, la mejor herramienta de pedagogía política para la continua concientización y movilización del pueblo, en todos los niveles de vinculación dentro del ecosistema mediático.

Sin ser ajena a este ejercicio, pues realizaba con periodicidad conferencias de prensa cuando Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, desde el triunfo en las urnas el pasado dos de junio —y hasta el 23 de septiembre, día en que estas líneas son escritas— la próxima presidenta, compañera Claudia Sheinbaum Pardo, realizó un total de 41 conferencias de prensa, con una duración promedio de una hora. Populares se volvieron sus «jueves de gabinete» donde iba dosificando los nombramientos públicos del equipo que la acompañará en el arranque de este segundo piso de la cuarta transformación. Fue precisamente en una de estas conferencias a mediados de julio que confirmó la continuidad de este ejercicio. Continuidad en esta política con cambios y adecuaciones. El horario será el mismo, el formato más ejecutivo —sin menos rollo, dicen algunos—. La dinámica de apertura y cercanía con la prensa tomará una renovada fuerza por la predilección que tiene la Dra. Sheinbaum por la información concisa y oportuna. Es muy probable que las lecciones de historia y sociología política sean sustituidas por algunas explicaciones científicas o técnicas, y que en el camino se pierdan las antologías de poemas, canciones, dichos y refranes salpimentados con las que abríamos apetito para el desayuno. «¡Vámonos a desayunar!», recordaremos con nostalgia mientras el genio detrás de la producción audiovisual, Jesús Ramírez Cuevas, mantiene con maestría insuperable la calidad del contenido más visto de Latinoamérica. Las mañaneras de Claudia Sheinbaum pintan para ser, como todos los aspectos del sexenio venidero, un verdadero segundo nivel de esta Cuarta Transformación.

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