La invitación al dirigente del partido ultraconservador español VOX a México, a un evento al Senado de la República con la mayor parte de la bancada del PAN, despertó un importante rechazo en la sociedad y en actores políticos de lo más diversos, incluso dentro mismo del PAN.
Enrique Krauze, el historiador favorito de la derecha y cercano a intereses de empresas españolas, escribió en Twitter:
@EnriqueKrauze
El PAN se inspiró en Action Française, rancia derecha nacionalista y antisemita. Su alianza actual con Vox lo devuelve a ese origen detestable.
El columnista y conductor abiertamente neoliberal Leo Zuckermann fue más breve. Publicó
@leozuckermann
Qué brutos los del PAN
Y dentro del PAN, todo un sector salió a deslindarse, con diversos matices, del partido ultraderechista. Hasta algunos de quienes firmaron su cómica cruzada extemporánea contra “el comunismo”. Entraron en una crisis en la que estuvieron sacando y luego borrando comunicados y tuits. Al mismo tiempo, desde los partidos aliados del PAN, el PRD y el PRI, también se escucharon críticas e incluso llamados a, de seguir el PAN en esos caminos ultras, replantearse su alianza electoral.
Sí, uno tiene la tentación de recordar que el PAN ha apoyado políticas y discursos a veces muy cercanos a VOX, y que llevaron al Congreso a impresentables derechistas, que Krauze fue un adulador a sueldo de Calderón que llegó incluso a justificar la “guerra contra el narco”, pero la verdad es que sería desafortunado no reconocer que es importante marcar distancia frente a ese fascismo discursivo y es incluso algo que hay que celebrar. Aún si fuera hipocresía, pues celebremos la hipocresía, que en México no se pueda abiertamente ser facista para hacer política, que tengan que ocultarlo vergonzosamente, porque de otro modo se abre paso a planteamientos sumamente demagógicos que podrían convertirse, sin ninguna exageración, en una amenaza para nuestra convivencia.
Si bien México se ha caracterizado por tener poca simpatía por esas posiciones políticas, que tienen un respaldo muy minoritario, también tenemos que ver el contexto mundial, en el que han comenzado a ganar terreno, en algunos casos muy rápidamente, y entender el tipo de demagogia y manipulación que llevan a cabo: parten de problemas reales, sentidos, que no han sido resueltos ni por el Estado ni por el mercado, y ofrecen explicaciones de esos problemas y supuestas soluciones falsas, manipuladoras, facilonas y demagógicas. Representaría, si finalmente el PAN o una parte del PAN decide convertirse en el VOX mexicano e imitar su forma de hacer política, un cambio importante en el espectro político reciente en nuestro país. Mientras que la oposición se había venido posicionando como una crítica “de centro” a la 4T, que obtuvo sus pocas fuerzas de la suma entre corporativismo priista, voto doctrinal del PAN y clases medias afectadas real o imaginariamente por la política de “primero los pobres”, ese eventual cambio podría significar un intento de disputar políticamente a Morena su discurso a nivel popular, dando diagnósticos y soluciones falsas a problemas reales como la migración, la pobreza, la falta de empleo, la precariedad laboral, la inseguridad, etc.
Eso nos plantea, según pienso, tres tareas urgentes:
1) abrir espacios plurales en los que se pueda reconocer a actores que no son cercanos a Morena, pero que rechazan desde sus posiciones el riesgo fascista que implica la llegada de VOX a México
2) continuar relanzando el partido, todavía muy desmovilizado, para llevar a cabo la disputa ideológica casa por casa y barrio por barrio, y oponer así a la demagogia protofascista, planteamientos que expliquen los fenómenos que vivimos en su verdadera complejidad
3) Rescatar el carácter dual de Morena como partido-movimiento, para que sea no solo en un respaldo del Presidente y de la 4T, sino también un Movimiento que encabece o apoye fuertemente las exigencias de cambios y correcciones ahí donde hace falta en cualquier nivel de gobierno.
Para poner un ejemplo de las tareas que pienso tenemos en frente, creo que debería ser Morena el que encabece la denuncia del maltrato y abusos contra migrantes en la frontera sur y proponga soluciones tanto en la coyuntura actual -castigo a los responsables de agresiones- como de fondo, para evitar que eso continúe ocurriendo en el futuro, al mismo tiempo que se disputa el previsible discurso xenofóbico y racista sobre estos fenómenos con politización de fondo sobre las causas de la migración.
Si bien el avance de la extrema derecha en México podría parecer un chiste y algo que se antoja muy lejano, no debe ser tomado a la ligera y debe servir también para hacer otro esfuerzo por cerrar filas, dejar disputas a veces infantiles, otras veces diferencias importantes, pero que se vuelven intrascendentes si las comparamos con lo que significaría el arribo del fascismo a México. En otras palabras: si no nos unió el amor, que nos una el espanto.