Ha llegado el fin del mandato del Presidente Andrés Manuel López Obrador y se retira del cargo con una aprobación que va de entre 68% y 80% considerando diversas fuentes. El Presidente mejor evaluado de los últimos 30 años deja un legado impresionante al Pueblo de México: extraordinarios resultados en materia económica; el peso mexicano estable, más fuerte que nunca y sin devaluación; grandes obras públicas y nuevos derechos sociales. Sin embargo, deja también un cambio de paradigma político, una nueva forma de servicio público que combate la corrupción de manera frontal y en donde la máxima es que «el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud si se pone al servicio de los demás».
El señor trabajó todos los días, de sol a sol, como ningún funcionario lo había hecho antes, e institucionalizó una conferencia matutina, un diálogo circular con los medios de comunicación nacionales para hacer frente al cerco mediático impuesto por la oligarquía.
Y ¿qué creen? ¡Lo logró! En México se dio un fenómeno de politización y participación ciudadana en los tiempos recientes. Se convirtió en el más grande referente contemporáneo de la izquierda mexicana y también latinoamericana, pues construyó una alianza regional progresista importantísima.
México se ubica en el décimo segundo lugar entre las mejores economías del mundo después del mandato de López Obrador; subió el salario mínimo y, por tanto, aumentó el poder adquisitivo 110%; se redujo la desigualdad, y salieron de la pobreza 9 millones 500 mil personas según el Coneval. Además, somos el noveno mayor exportador del mundo.
AMLO siempre enfocó sus políticas públicas a atender las causas. Hizo una inversión récord en las juventudes mexicanas y casualmente disminuyó la deserción escolar. Para poner un ejemplo concreto, en preparatoria se redujo de 14,5 a 8.5% la deserción y es importante resaltar que todos los y las estudiantes de prepa pública cuentan con una beca. Sin duda alguna, los «programas de bienestar» son los motores que disminuyeron la desigualdad y la pobreza, puesto que se hacen una nueva y más justa distribución de la riqueza nacional. Hay que decir, también, que afortunadamente todos esos programas quedaron plasmados como derechos en la Constitución mexicana.
Otra de las buenas nuevas es que por fortuna regresaron los trenes de pasajeros en nuestro país. Este regreso se dio con megaproyectos como el maravilloso Tren Maya que une y comunica el sureste, el corredor del Istmo de Tehuantepec que conecta el océano Atlántico con el Pacífico y el Tren Insurgente —o tren interurbano México-Toluca—.
Antes, las personas que carecían de seguridad social tenían que pagar por atención médica privada, ahora se les atiende en IMSS Bienestar, institución que cuenta con la capacidad de atender a 53 millones de personas porque la salud es un derecho universal.
Y creo que uno de los más grandes tesoros entre el enorme legado que nos deja AMLO es que nos devolvió la dignidad como Pueblo, aportó cada día de su gestión elementos de orgullo mexicano en contra de la colonización salvaje, nos motivó a no agacharse, a no acomplejarse ante ningún país del mundo porque México es grande, soberano y no es colonia ni tierra de conquista. La riqueza cultural de México es invaluable y quedamos a la espera de su tesis al respecto.
Nos quedamos con la primera Presidenta de la República, construyendo codo a codo una vida digna, nos heredas un México feliz, ¡Gracias por siempre Presidente!