Los últimos días han sido inauditos, ya que unos cuantos ministros, magistrados y jueces federales (que no pasan de mil en una población de aproximadamente 130 millones de mexicanos) han salido de sus lujosas oficinas para protestar, entre comillas, por la reforma judicial.
Sin un rumbo claro, sin un pliego petitorio real y engañando a la base trabajadora, salen a protestar afuera de sus instalaciones, resguardados por los policías privados que les contrata el Consejo de la Judicatura Federal, estando un ratito y dejando con caras largas a los verdaderos trabajadores. Dicho sea de paso, ya confirmaron el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la Presidenta electa Claudia Sheinbaum, que los trabajadores no serán afectados, ya que no serán removidos y sus sueldos no serán tocados (sueldos que, por cierto, son dignos y no se comparan con aquellos de los jueces y magistrados, que los obligan a representarlos en su intento de paro).
Lo peor de este pseudo movimiento es que se están interrumpiendo los juicios civiles, administrativos, penales y, sobre todo, los de amparo,, que es el único procedimiento que defiende los derechos fundamentales de los ciudadanos. Es decir, los garantes de la Constitución Política de los mexicanos están siendo los primeros en violarla por defender su salarios, remuneraciones, bonos y todo lo que va en contra de la austeridad republicana.
En suma, los juzgadores están deteniendo la justicia de todos los mexicanos por sus intereses mezquinos, ante la sombra de la inevitable reforma judicial, que pretende impedir que estos servidores públicos rapaces sigan con sus prácticas de nepotismo y de beneficios económicos, que hoy ya ningún servidor público tiene. Sin embargo, ya nadie les cree, tan es así que se demostró en las pasadas elecciones el aplastante Plan C.
No es posible que en estos días de su supuesto paro nacional se hayan suspendido audiencias penales importantes, es decir, presos que aún no han sido sentenciados como culpables y que pueden ser inocentes, se han quedado sin ser notificados ni escuchados en sus audiencias, solo porque los encargados de impartir justicia andan peleando sus bonos de despensa y de vestimenta, violando en todo momento la presunción de inocencia de los imputados.
Sin justicia no hay país, y ahora resulta que los que deben de impartirla, andan preocupados por conservar sus privilegios en lugar de resolver los problemas que aquejan a los mexicanos, razón que hace más poderosa a la reforma judicial, la cual pretende que por medio del voto de los ciudadanos se elijan a los impartidores de justicia, para que tengan un compromiso con el Pueblo y no sean solo burócratas judiciales. Entiendo que se excusan en que llevan preparándose muchos años, sin embargo, en el Pueblo existen muchos que también se han preparado incluso más que ellos, pero que no llegaron por el compadrazgo, amiguismo o nepotismo al que ellos están acostumbrados. El Poder Judicial de la Federación está lleno de oportunistas que incluso obligan a sus familiares a estudiar Derecho, para poder meterlos en las plazas con buenos salarios.
Ojo, en el poder judicial hay gente muy preparada y con larga carrera , no estamos hablando de los miles de trabajadores que día a día llevan a sus casas el pan dignamente, sino de los impartidores de justicia que quieren seguir haciéndose ricos del erario, porque por supuesto también hay jueces y magistrados que están dispuestos a dejar los privilegios extraordinarios por darle justicia México.