«Las Sierras Madres pasa
su pasión vehemente.
El indio que los cruza
‘como que no parece’.
Maizal hasta donde
lo postrero emblanquece,
y México se acaba
donde el maíz se muere.»Gabriela Mistral, «El Maíz»
La semana pasada hubo una nueva oleada de antimexicanismo por mexicanos que solo cuando es el Mundial, se siente parte de este pedazo de tierra. Esos mismos vitorearon el revés que se dio por el panel de controversias sobre el maíz transgénico (MT) del T-MEC, como si se tratara del triunfo de ellos que llevan varios años sin rumbo alguno.
El fallo en contra de México se basó, por una parte, en evidencia de estudios sobre las implicaciones del maíz transgénico en la salud y el medio ambiente y la otra parte fue una decisión política para obligar a que nuestro país acepte sin resistencia alguna que se siembre un maíz ajeno a nosotros.
No faltaron los expertos de X que se convirtieron en genetistas, biólogos moleculares y botánicos, donde salieron a tachar a la 4T de una bola de improvisados, con desprecio por la ciencia y llenos de ideología. Muchos más, intentaron leerle la cartilla al gobierno por no integrarlos en la elaboración de los documentos que defendía la prohibición del MT y culparon al gobierno de perder la controversia ante Estados Unidos y finalmente hubo grupos más serios que defienden la siembra de MT con evidencia sólida de sus beneficios pero que evaden el contexto político y social de permitir esos cultivos.
Es cierto que no se ha demostrado que el consumo MT tenga efectos nocivos sobre la salud, quizá lo que ha generado ese mito sobre el consumo en la salud surge de la lucha contra el uso de herbicidas sobre todo de glifosato, pero eso requiere una revisión aparte. Asimismo, es cierto que sus efectos sobre la tierra cosechada y la modificación de sus propiedades tampoco muestra cambios drásticos comparado con cultivos orgánicos, que también implica seguir haciendo estudios a más largo plazo.
Entonces, ¿por qué el gobierno busca prohibir el consumo y siembra de maíz transgénico en México? La primera razón es para preservar la variedad de maíces que existen en el país, pero sobre todo es un tema de soberanía alimentaria, que es quizá la parte más importante de la lucha contra el MT y los cultivos con OMGs. No queda duda que dejar que se introduzca MT, logra modificar las otras variedades de maíces del país y que además se genere un acaparamiento del mercado por parte de los grandes corporativos que controlan más del 70% de semillas de cultivos de maíz en el mundo.
De esa manera, los promotores de la siembra de MT lo ven como un negocio y no como una actividad comunitaria que gira alrededor de un cultivo milenario; no es ajeno para cualquier mexicano que el maíz es parte de su vida diaria, nacemos y morimos viendo maíz, el maíz es motivo de celebración y de unidad, así que los cabilderos del MT no son más que agentes de la oligarquía que intentan sacar ganancias a costa de borrar la identidad de un pueblo.
México se ha preparado en los últimos años para la auto suficiencia alimentaria, donde precisamente el maíz es el primer cultivo que buscamos sea el eje rector de esa auto suficiencia por lo que ese argumento de que sin MT el país pasaría una crisis de desabasto de maíz es mentira. Las razones científicas para vulnerar a México en su soberanía no son más que argumentos políticos también y no debemos ocultarlo.
Por eso, la defensa de nuestro maíz es un acto más que necesario para que se demuestre que no somos colonia de nadie y que somos un país libre, soberano y digno. Es también un viraje a la política hegemónica hasta 2018, donde los gobernantes eran unos entreguistas. Afortunadamente la Presidenta ha tomado la decisión de elevar a rango constitucional la prohibición de la siembra de maíz transgénico, que demuestra que en este momento histórico contamos con verdaderas personas de Estado.