El estado de Sinaloa fue el centro de la conversación pública por más de 20 días: primero por la captura de El Mayo Zambada, líder de una facción del cártel de Sinaloa; segundo, a consecuencia del asesinato del pasista nacido en Badiraguato —y exrector de la UAS—, Héctor Melesio Cuén. Este hecho, de inicio, fue investigado por la fiscalía del estado, aunque, a petición del gobernador, Rubén Rocha Moya, el caso fue atraído por la Fiscalía General de la República con el objetivo de esclarecer el homicidio.
El15 de agosto, la FGR informó a través de un comunicado que encontraron irregularidades respecto a la investigación del asesinato de Melesio Cuén por parte de la fiscalía de Sinaloa, lo que, en apariencia, derivaría en la renuncia de la fiscal Sara Bruna Quiñones, quien estuvo en el cargo desde el 2021, argumentando que no quería entrar en controversias que pudiesen afectar la carpeta de investigación.
De todo lo anterior, vale la pena abordar el papel del gobernador de Sinaloa, quien —a pesar de que en todos los acontecimientos antes mencionados— ha aclarado ante diversos medios de comunicación que no tiene relación con algún capo de la entidad y, por el contrario, sí ha buscado y propiciado las condiciones para que se dé el esclarecimiento de lo ocurrido con Melesio Cuén. Existen adversarios mal intencionados que buscan capitalizar políticamente la tragedia del pasista y forzosamente insisten en vincular a Rocha Moya de forma tramposa y sin pruebas a los sucesos antes mencionados.
Hoy, Rocha Moya —así como el presidente López Obrador—, por su origen, su lucha y su gestión —y a pesar de ser uno de los gobernadores mejor calificados por su buen desempeño—, es objeto de una campaña negra, pues adversarios sinaloenses y otros nacionales ven en él una forma más de golpetear políticamente a la Cuarta Transformación.
Es doloroso y delicado que utilicen dos temas singularmente sensibles en México para lucrar políticamente: por un lado, la lucha contra el narco, pues el Presidente Andrés Manuel ha impulsado una estrategia de combate a la delincuencia organizada atendiendo las causas y haciendo uso de la inteligencia (algo que no hizo Felipe Calderón, quien, en su momento, sí tenía a un secretario de Seguridad trabajando para cárteles de la droga); el otro tema sensible es la muerte de Héctor Melesio Cuén, caso que aún no es esclarecido en su totalidad, en un país con miles de desaparecidos, desplazados y homicidios en manos de algún cártel de las drogas, resulta sumamente doloroso.
Recordemos que Rocha Moya es un líder social de mucha historia en Sinaloa, de formación normalista y que, derivado de su lucha por los derechos de los normalistas y del magisterio, llegaría a ser diputado local de 1983 al 1986, dos veces candidato a la gubernatura y rector de la UAS de 1993 a 1997, para finalmente ser gobernador del estado de la mano de la Cuarta Transformación desde 2021. Ha demostrado, con su actuar, que una persona de orígenes campesinos y de un municipio pobre —como es Badiraguato— se puede llegar a ser profesor, rector e incluso gobernador.