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Solo cosecharemos oxígeno si lo hacemos juntos

La mejor manera de tener un aire más limpio y respirable es reduciendo al mínimo las emisiones de carbono.

Los vehículos automotores producen el 85% de los gases efecto invernadero que respiramos. Se le dice efecto invernadero porque las emisiones de CO2 calientan el aire que por diferentes razones; una de ellas es que las partículas suspendidas (polvos, etc.) retienen otras más pequeñas que producen calor y calientan el aire, como si hubiera una bóveda de plástico en el cielo, lo que aumenta la temperatura del aire que respiramos.

La pandemia mundial ha demostrado que detener la actividad económica basada en la energía fósil revierte rápidamente la mala calidad del aire. Imágenes del norte de Italia y China circuladas en las redes sociales dan cuenta de ello. De la misma forma, la presencia casi increíble de tigre siberiano en Rusia —considerado extinto—, los pumas y osos negros paseando por las calles de Santiago en Chile o Monterey en México, o las nutrias en los ríos de Europa son evidencia de que nuestro confinamiento obligado permitió cierta recuperación de las especies y sus ecosistemas.

¿Por qué no cambiar los modelos económicos de producción y consumo? ¿Por qué no cambiar las formas de desplazarnos? Ya en otras contribuciones me he referido a nuestro consumo desmedido de productos y bienes, incluyendo los absurdos empaques cuya base es fósil. Ahora, me quiero detener a reflexionar sobre políticas de calidad del aire.

Se han intentado muchas formulas; desgraciadamente, las punitivas son las más eficientes, pero estas acarrean corruptelas o amagos constantes a los automovilistas y —sobre todo— a los transportistas, más cuando son foráneos.

Las políticas de relocalización de las industrias de chimenea han funcionado, pero —como ya dije— esta solo atiende aproximadamente 15% del problema. Se requieren soluciones más radicales y que sean integrales. Se puede, por ejemplo, desalentar el uso del transporte individual a través de cuotas altas de tenencia, impuestos a la compra y un mayor apoyo a los créditos para autos híbridos y eléctricos —junto con exención en los pagos— o la preferencia de circulación a carros completos.

También se pueden impulsar alternativas no motorizadas; por ejemplo: promover el cuidado a los ciclistas con carriles preferenciales, estímulos para la compra de estos vehículos y ofrecer vigilancia y lugar de resguardo en estaciones de trasferencia.

Se debe premiar a las construcciones sustentables y sin estacionamientos, colocar parquímetros en zonas concurridas y que  los usuarios de autos paguemos las vías rápidas directamente, para que se no sean financiadas esencialmente por los ciudadanos de a pie con sus impuestos.

Tan solo hacer permanente el programa “Hoy No Circula” en nones y pares nos beneficia a todos, porque se trata de compartir colectivamente un espacio común de beneficio social. Cuando se ha aplicado por las contingencias ambientales, ha sido un alivio para quien circula y para todos quienes respiramos.

Sé que la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, la Secretaria de Medio Ambiente, Marina Robles, el Secretario de Movilidad, Andrés Lajous, y el Secretario de Desarrollo Urbano, Carlos Heredia, están buscando soluciones innovadoras y eficaces a largo plazo para la Ciudad de México. En síntesis: cambiemos los paradigmas con nuevas reglas de convivencia en México y el mundo.

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