A tres años del triunfo del Pueblo y del movimiento encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, México avanza y se fortalece a pesar de la pandemia que seguimos enfrentando actualmente.
Uno de los temas pendientes en tanto a resultados visibles para la administración sigue siendo la seguridad (específicamente los homicidios), no por falta de un plan o estrategia —esa ya está puesta en marcha— sino por el tiempo necesario para que esta —justificada y necesaria— ofrezca resultados tangibles.
La estrategia ha sido clara. Por un lado, contar con un gobierno honesto y transparente que no le haga el juego o sirva de tapete y tapadera a los grupos del crimen organizado. En segunda, apostar por los jóvenes a través de los programas sociales para crear condiciones que permitan alejarlos de las conductas antisociales, que les otorgue el acceso a la educación y que genere oportunidades laborales de calidad que hagan más atractiva una vida dentro de la legalidad.
En un país como México, con municipios y regiones enteras controladas por los grupos del crimen organizado, con poblaciones que dependen laboralmente exclusivamente de estos mismos grupos, con el legado que nos dejaron los narco-gobiernos pasados del periodo neoliberal, resulta prácticamente imposible ver resultados a corto plazo. Demos tiempo al tiempo, el primer paso se ha dado y la apuesta que hace el Presidente Andrés Manuel López Obrador por la juventud, por la educación y los buenos empleos está en la mesa.