Lamentablemente, la violencia escolar forma parte de la realidad cotidiana de las instituciones educativas. Es un tema que desafortunadamente ha adquirido protagonismo, debido a la frecuencia con que se presenta y a las consecuencias personales, familiares y sociales en que deriva. De acuerdo con el Observatorio Mundial de Bullying y Ciberbullying —así como de Bullying Sin Fronteras— en México 7 de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso, aunque es una problemática de carácter mundial: “El bullying o acoso escolar y el ciberbullying son causantes directos de más de 200 mil muertes, ya sea por homicidio o por inducción al suicidio cada año; se lleva la vida de cientos de miles de niños y jóvenes en todo el mundo”, ha alertado el Dr. Javier Miglino, considerado el mayor experto mundial en Bullying y Ciberbullying.
La violencia escolar —de acuerdo con lo que se ha concluido por medio de diversas investigaciones— es un reflejo de la que se vive en otros espacios cercanos. Por ende, resulta necesario trabajar de manera conjunta (profesional, personal, social, cultural), para crear entornos familiares más saludables; además, se requiere de autoridades capacitadas en el tema, comprometidas y fuertes, que garanticen que las normatividades sean puestas en práctica, las leyes sean respetadas y se establezcan medidas más efectivas. Un aspecto relevante siempre será considerar las condiciones de género, ya que aun cuando las desigualdades y prácticas culturales han reproducido situaciones de violencia tanto para mujeres como para hombres, su concepción es diferente y, por lo tanto, nos ha afectado y afecta de diversas formas.
Se tiene la creencia errónea de que cuando un niño/a o adolescente es víctima de maltrato, la experiencia lo hará más fuerte, haciendo posible enfrentar circunstancias más difíciles en su vida adulta… nada más alejado de la realidad; está demostrado que, una vez que crecen, son personas inseguras, a las que les costará poder tener una vida sana para relacionarse con otras personas, en todos sus ámbitos de vida, debido a que, -para ellos/as-, la violencia forma parte natural del comportamiento humano y atraerán a sus vidas personas maltratadoras, que les mantendrán de forma permanente en un círculo vicioso, ya que repetirán esas mismas conductas.
En nuestro país contamos con leyes para prevenir y erradicar el acoso escolar o bullying, dentro de las que se contemplan directrices para elaborar planes de intervención, marcando claramente las obligaciones y competencias de las autoridades y sanciones al personal docente y no docente, en caso de incumplimiento. Pero hace falta mucho más, por lo que resulta de vital importancia crear conciencia desde el hogar y las escuelas para que este flagelo acabe definitivamente, pues no podemos, ni debemos, ser indiferentes ante una problemática que afecta a miles de niños/as y jóvenes alrededor del mundo
Una buena manera de empezar a combatir la violencia entre pares en el contexto escolar es conocer y relacionarnos afectivamente con niñas, niños y adolescentes… saber distinguir a aquellos/a que pueden haber sufrido directa o indirectamente signos de violencia o haberla visto. Debemos apostar por la prevención, estar atentos/as y actuar ante el primer signo de violencia. Ahora bien, ante algún alumno o alumna violenta, lo mejor es actuar con firmeza, pero con afecto, fomentando su integración y nunca su discriminación, ya que esta última sólo sería un motivo más para intensificar su violencia. Debemos cuidar todos los espacios dentro de nuestras escuelas, y estar pendientes e incidir en los espacios familiares y sociales de nuestro alumnado, pues la violencia en el ámbito escolar no genera únicamente daños en ese espacio, sino que trasciende y determina, -por mucho-, limitantes para el progreso de la sociedad.
La 4T, mediante la Nueva Escuela Mexicana, ha trabajado intensamente para transformar el currículo para que, desde la escuela y la comunidad, se priorice el respeto a la vida y los derechos humanos, erradicando estilos de vida, creencias y comportamientos ligados a la violencia estructural. Desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) se defiende el derecho de niñas, niños y adolescentes de convivir en ambientes donde se les reconozca, atienda, cuide y proteja y, al mismo tiempo se les brinde estrategias de autocuidado. La SEP trabaja para ser promotora de la cultura de la paz, el diálogo constructivo, la solidaridad y de la solución pacífica de conflictos, y, en apego a esta vocación, busca garantizar escuelas libres de violencia en cualquiera de sus manifestaciones. En la 4T, vamos “Todas y todos contra el acoso escolar”.