Históricamente, los meses que comprenden las transiciones de poder en México significan vacío en el mismo. Ante los vientos de cambio de cúpulas y camarillas, todo se mueve cual tablero de ajedrez, principalmente sin respetar jerarquías. No distinguen los ávidos de poder entre reyes, reinas, alfiles, caballos, torres y, mucho menos, peones.
Sin embargo, esta vez puede ser diferente. El Presidente lo sigue siendo, la Presidenta electa sabe cuál es el lugar que está a punto de tomar y sigue en constante diálogo con él, compartiendo y discutiendo los temas que deberá enfrentar en el contexto de su proyecto de Nación. Redundante sería manifestarlo en estas líneas, lo conocemos bien, por algo le cedimos en plena confianza democrática nuestra soberanía. Abraza aquellos que, sin duda, deben tener continuidad bajo la misma línea, pero toma distancia, sin evitarlos, de esos que necesitan su sello personal, especialmente el de mujer.
Desde hace un mes, ha presentado al equipo que debe aterrizar su ideario, no sólo en materia de política pública, sino a ras de la realidad social: operarla y, sobre todo, traducirla acorde con ella. La 4T llegó, pero le falta camino por recorrer, sobre todo ante una sociedad y comunidades que siempre esperan que todo suceda de inmediato, sintomática a la historia que hemos tenido.
La Doctora está tomando las riendas, y de la mejor manera, ya lo dijimos. Así debe ser, sobre todo ante la coyuntura que plantea el país del norte. Su próxima sucesión presidencial plantea dos alternativas: adaptar el proyecto para jugar su juego, o plantarse, fajarse, negociar y dialogar como iguales, sea ante Trump o ante Harris —porque, sea un hombre o una mujer quien tome las riendas de ese país, ni por asomo tendrá empatía por nosotros—. Nunca la han tenido salvo cuando ha obedecido a sus intereses.
Sobre el montaje del atentado, no tenemos certezas salvo que el Estado mexicano no tuvo participación ni conocimiento, cosa que debe discutirse y analizarse más allá de la especulación presentista de los medios que solo buscan nota, como el alza del dólar y la sucesión en Venezuela. Estos temas pueden comerse lo que ya se está tratando, acomodando y preparando a favor de las riendas que la Doctora va a tomar. México, ante su propia coyuntura, de nuevo. Sin embargo, es una oportunidad para confirmar el perfil de izquierda, de justicia social, de cultura comunitaria y culturas populares. Doctora, esa es la vía. Es nuestra cara más amable. Al fin podemos ver hacia adentro, no hacia afuera, como siempre se ha hecho, siempre buscando complacer al otro. Segundo piso de la Cuarta Transformación, hagámosla.