Hace un par de semanas se galardonaron a investigadores en el campo de Medicina, Física y Química donde destacó que por primera vez se otorgó el premio a la inteligencia artificial o más bien, a utilizarla para lograr avanzar en nuestro entendimiento del mundo. En el caso del campo de la Física (John J. Hopfield y Geoffrey E. Hinton) , se otorgó al aprendizaje automático (computadoras que basadas en nuestra red neuronal aprende patrones sin que un programador ejecute comandos en las mismas) que es parte de lo que hoy comúnmente evocamos como Inteligencia Artificial (IA) y este sistema tiene impacto directo sobre el desarrollo de nuevos materiales o procesar una gran cantidad de datos generados de los aceleradores de partículas que ayudan finalmente a entender el Universo.
Para el Nobel de Química y donde la IA destacó, fue otorgado a los desarrolladores (Demis Hassabis y John Jumper) del programa conocido como AlphaFold que predice la estructura tridimensional de las proteínas. Las proteínas, son uno de los componentes biológicos más importantes pues prácticamente ejecutan el correcto funcionamiento de la célula y conocer su función tiene implicaciones directas para la salud, el ambiente y la vida misma.
Una de las razones por las que destaca conocer la estructura tridimensional de las proteínas, es porque de esta manera podemos saber a nivel molecular las interacciones que tiene una proteína y con esto poder entender de mejor manera cómo funciona esa proteína.
Hay que recordar que las proteínas son un conjunto de bloques más pequeños conocidos como aminoácidos y que conforme se procesan las mismas en la célula se van plegando hasta tener una estructura compleja y tridimensional; dentro de este conocimiento, las herramientas, hasta antes de los modelados computacionales, desarrolladas por nosotros habían logrado solo dar cuenta de muy pocas proteínas. De ahí que la trascendencia de estos programas para profundizar en el entendimiento de la maquinaria celular.
Sin embargo, el debate a raíz de estos premios se centra en dos preguntas: ¿hasta dónde podemos validar que la IA pase a sustituir el conocimiento desarrollado por nuestro cerebro per se? ¿Es válido dar el Premio Nobel a una empresa privada como Google?
En la primera cuestión, me parece que es un tema que apenas estamos valorando y conociendo donde vemos las virtudes de lo que se logra con el uso de la IA pero que aún no conocemos los límites de la misma, más allá de teorías conspirativas sobre si las máquinas se rebelarán y el mal entendimiento de lo que es la IA, me parece tomará un tiempo en adaptarnos, transitar y saber utilizar a la IA para lo que realmente importa (además del gasto de recursos que implica el uso de esta tecnología), ese punto merece un texto aparte.
Sin embargo, de lo que sí creo que se puede tener más claridad en este momento, es de la influencia y poder que tienen los grandes corporativos para incluso ganar un Nobel; me parece que sí debería revisarse este punto, porque no es lo mismo el sentido con el que se hace desde una universidad el avance del conocimiento a como lo perfilan empresas oligopólicas como Google. Me llena de suspicacia que estas empresas logren posicionarse como las nuevas desarrolladoras de nuestros hallazgos científicos y es que Tony Stark en un futuro podría también ganar un Nobel; donde sabemos que los fines lucrativos se anteponen antes que salvarnos de Thanos. Creo que premiar a Google no hace bien a nadie.