La Constitución federal en México, desde 2011, cambió la visión en torno a los derechos humanos abriendo un debate público, pero también la oportunidad a las instituciones para funcionar de la mejor forma posible colocando en el centro de sus quehaceres al Pueblo.
Este Pueblo, soberano y diverso, cuenta con necesidades comunes de ingreso, alimentación, vivienda, servicios básicos en la vivienda, educación, seguridad social y trabajo remunerado. Estas necesidades comunes se pueden de manera personalizada para mujeres y hombres. En este sentido, el pasado miércoles 6 de marzo de 2024 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social dio a conocer el “Sistema de indicadores sobre pobreza y género de 2016-2020”.
Como todo “lo que se mide se puede mejorar”, este sistema de indicadores permite que, al conocer las necesidades diferenciadas que tienen mujeres y hombres, quienes toman decisiones a favor de los derechos mínimos necesarios para que una persona logre su desarrollo, refuercen a su vez, la política pública a favor de la igualdad entre mujeres y hombres, y el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.
En este sentido, Coneval, en el marco del sistema de indicadores, resalta que la pandemia por covid-19 acentuó las carencias de las mujeres, sobre todo en lo relativo a la pobreza extrema y moderada porque si de 2016 a 2018, tanto mujeres como hombres, habían disminuido su situación de pobrezas en contraste, en 2020, la pobreza afectó a 44.4% de las mujeres y al 43.4% de los hombres.
Para este Consejo, las principales causas del aumento de la pobreza en 2020 fueron “el incremento de la población con ingresos insuficientes para adquirir la canasta básica de bienes y servicios, y de la que presenta carencia por acceso a los servicios de salud”.
Dados los indicadores, Coneval ha emitido recomendaciones como en el caso del acceso a los servicios de salud, en el sentido de dar mayor certeza a la población sobre el acceso, funcionamiento y disponibilidad de los servicios de salud que las personas tienen a través de INSABI para, además, evitar los gastos de este tipo a las familias.
Otra de las recomendaciones de Coneval es “reforzar la perspectiva de género en las estrategias gubernamentales, aún más en contextos como el de la pandemia de covid-19” puesto que, manifestó que a meses de haberse iniciado la pandemia de la covid-19, “el ritmo del crecimiento en el empleo de las mujeres se estancó, y la división sexual del trabajo se ha reforzado.”
Esta recomendación se debe de analizar con mayor inteligencia debido a que, si bien señala que las transferencias monetarias directas han beneficiado en su mayoría a mujeres, también es cierto que, a pesar de esa situación, los incrementos de pobreza para 2020 en ellos fueron del 38% en pobreza y 33% en ausencia de pandemia; y para ellas fue del 6% en situación de pobreza, y del 10% fuera de pandemia. Lo que se traduce en una afectación acentuada y diferenciada en las mujeres, sobre todo cuando son jefas de familia debido a la doble jornada de trabajo remunerado y de trabajo no remunerado en el hogar. Ambas circunstancias analizables, a su vez, con mayor detenimiento entre niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y adultas mayores, ya sea de entornos urbano o rurales, y a la luz de sus características tales como origen étnico, discapacidad, migración o LGBT+.