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Un Zócalo obradorista de mujeres

Dos momentos para escribir el porvenir. Un histórico Zócalo desbordado, abarrotado en su corazón y calles aledañas; cientos de miles de mujeres y hombres libres lo llenaron una y otra vez en un ir y venir de filas interminables, en una tarde de día hábil en la capital, elegida para escuchar, por primera vez en los anales del movimiento, un mensaje pronunciado centralmente por dos oradoras únicas, dos mujeres: Claudia Sheinbaum y Clara Brugada.

Un Zócalo que no dejó también de despertar sentimientos encontrados muy profundos entre los presentes, pues es la primera vez en la historia de las movilizaciones que están transformando el México reciente, que el actor central no fue directamente Andrés Manuel López Obrador. No obstante, este encuentro multitudinario fue el mejor homenaje en tiempo real a nuestro querido Presidente, que desde donde quiera que se encontrara en ese momento, debió sonreír satisfecho con la certeza de que hay un relevo colectivo que asume con responsabilidad el legado del humanismo mexicano.

Sí, el primero gran Zócalo sin AMLO, pero sií con el Obradorismo que se viene construyendo desde abajo y entre todos por más de tres décadas como el protagonista convocado a escribir las páginas subsecuentes de una historia que inició un nuevo ciclo justo este 1° de marzo.

200 años después de que México como Nación Independiente tuviera su primer presidente de la República en la persona de Guadalupe Victoria, la Cuarta Transformación ha preparado los caminos para que una mujer conduzca los destinos del país, como lo soñó e intentó Rosario Ibarra de Piedra en 1982, quizá por ello el templete -de un elegante y pacificador color blanco- se colocó frente a las rejas de la Catedral dónde la legendaria luchadora social hizo una huelga de hambre el 28 de agosto de 1978.

El mensaje de la candidata presidencial de nuestro movimiento puso énfasis en lograr una República educadora, humanista, científica para así desplegar la educación pública, gratuita y de calidad como motor de los cambios sociales para un estado de Bienestar y derechos sociales; política y programa que contrasta profundamente con la principal propuesta de la candidata del conservadurismo delirante, que en su primer y deslucido acto de campaña aseveró que su oferta es construir «una gran prisión de muy alta seguridad y con tecnología de punta para que los delincuentes tengan miedo de caer ahí…»(SIC).

Desde este nuevo Zócalo que enmarca de esperanza un tiempo de mujeres, la Dra. Claudia Sheinbaum reiteró su convicción de lograr el Plan C, retomando las iniciativas de reforma al Poder Judicial y a los órganos electorales, y un punto que irradia vocación democrática: se anticipó una iniciativa para revertir la relección consecutiva de legisladores y alcaldes.

Llegaron de todos los rincones de la Patria, acarreados con alegría por vagones del Metro que confluían rebosantes en el Zócalo, nuevamente irrumpió en la escena el Pueblo organizado, cada vez más concientizado, y aquí es cuando el patrocinador de contratos millonarios para consultores, publicistas y agoreros del odio y la destrucción debe darse de topes, pues como dijo un señor de Tamaulipas mientras comía con ansia una jugosa naranja: “qué tiene Andrés que la pinche guerra sucia no puede con él”. No es menor decir que este centro histórico deslumbrante de tanto pueblo y energía se da después que la derecha gastó miles de millones de pesos en bots desde Argentina para repetir la falacia de que “AMLO es narco”, en un episodio vil que fue promovido en las redes incluso más que el famoso super tazón del futbol americano.

La Dra. Sheinbaum ha expresado: “¡Vamos, pueblo! Es la hora de seguir conquistando la esperanza y el porvenir. Vengo a decirles que protesto no mentir, no robar y nunca traicionar al pueblo de México ni la dignidad de la República”. Se le vio firme, franca, serena, carismática desde una tribuna llena de simbolismos, que ha costado luchas y vidas para conquistarse, y desde donde ondearon aquella tarde del 1° de marzo, innumerables banderas de México, porque después de décadas de oscuridad se recupera el orgullo nacional.

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