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Utopías para cambiar la realidad

El concepto utopía tiene siglos de existencia, se remonta a la época del renacimiento cuando Tomás Moro escribía sobre la Ciudad de Dios, y Utopía, haciendo referencia a aquel estado óptimo y de felicidad de la sociedad, una situación inalcanzable pero deseable; ósea el lugar feliz pero inexistente.

Utopía en las ciencias sociales y en la literatura tiene diversas acepciones, y estás han cambiado contingentemente con el contexto en el que se desarrolla la historia humana; sin embargo, coinciden, fundamentalmente, en que es un estado social deseable, el mejor posible, tal vez, no necesariamente el mejor pensado. Ello es lo que lo convierte en una herramienta política fuerte.

Con este concepto, la actual Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, ha bautizado su proyecto de innovación social. Comenzó en la Alcaldía de Iztapalapa cuando fue alcaldesa. La inversión del gobierno en la recuperación del espacio público fue significativa, y logró construir espacios para el crecimiento de ciudadanía social, reforzando las acciones gubernamentales que giran en torno al concepto de un Estado benefactor en precisamente la alcaldía con mayor marginación en la ciudad.

El concepto de este espacio público aquí se presenta como innovador e integrador; es decir: es la recuperación del espacio público para construir comunidad reuniendo en un punto geográfico elementos que coadyuven a la (re)construcción del tejido social en comunidades de alta marginación. Además, en estos espacios denominados «utopías» se encuentra en gestación una política pública que crea ciudadanía, y que se encuentra vinculada a la idea del sistema público de cuidados.

El sistema público de cuidados se presenta también como la red de acciones gubernamentales enfocadas en atender a las poblaciones con índices de marginación social; es decir a sectores que se encuentran en situación de desigualdad económica y social. Se encuentran los adultos mayores, las infancias, personas con alguna discapacidad o jóvenes que se encuentren en algún momento del ocio y que este momento sea aprovechado en acciones encaminadas a tener una vida con mejor impacto en la sociedad, como desarrolla el aprendizaje de las artes y el deporte.

Por tanto, la «utopía» propuesta como política pública es una aproximación enfocada a reducir las brechas de desigualdad en las comunidades más marginadas de la sociedad, pero no exclusivas. Son espacios públicos abiertos a la población en general (aunque suene tautológico) pero colocados geográfica y estratégicamente de tal forma que lleguen a las personas en situación de desventaja social y económica para que obtengan la posibilidad de desarrollarse en un entorno social mejor, que los distraigan o inviten a no desarrollar conductas antisociales (delincuencia, drogadicción, violencia, etc.).

La propuesta de Clara Brugada es un elemento importante dentro del proyecto de transformación de la capital del país y la profundización de la política social del gobierno de izquierda de la Ciudad de México; pues brinda al espacio público de un nuevo concepto para convertirlo en política pública. Ya no es solamente que exista un parque o una cancha deportiva, sino que existan espacios de integración social como necesidades para el desarrollo social de las personas.

Esa es la valía de la utopía, como política pública, que parece encajar perfectamente en el ideario político de la izquierda mexicana. Más cultural, más deporte, más educación, sobre todo en las zonas dónde todavía pareciera inalcanzable estos derechos. Es concretar un derecho y volverlo asequible, y, sobre todo, crear ciudadanía, participación y convivencia sana. Hay que velar por que exista lo prometido: 100 utopías en la Ciudad de México.

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