24 de febrero, día de la bandera
Fue un 24 de febrero de 1821 que los generales Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero dieron a conocer el Plan de Iguala, por el que se proclamaba la independencia de México, teniendo como lema las llamadas tres garantías: “independencia, religión y unión”, que quedaron simbolizadas en una bandera elaborada en Iguala, Guerrero, misma que fue entregada a las fuerzas unidas de sendos generales —que, desde entonces, se llamarían ejército Trigarante—. La firma de este Plan, que sellaba la unión de los viejos insurgentes encabezados por Guerrero y los nuevos partidarios de la independencia —cuyo jefe era Iturbide— permitió que por fin fuera posible que México apareciera como una nación independiente y soberana, por lo que, en recuerdo de ese hecho y de la bandera entregada a los patriotas —elaborada con los colores verde, blanco y rojo— conmemoramos el 24 de febrero de cada año el Día de la Bandera.
La primera bandera nacional oficial fue concebida por Agustín de Iturbide y confeccionada en el sureño estado de Guerrero, en Iguala, por el sastre José Magdaleno Ocampo en 1821. Aunque el águila en el escudo es similar a la utilizada hoy en día, la de 1821 no tenía una serpiente, sino que presentaba una corona, que simbolizaba el imperio instaurado por Iturbide. El segundo lábaro fue adoptado tras establecerse la primera república federal en abril de 1823, y de ella desapareció la corona sobre el águila para dar paso a la serpiente y las ramas de olivo y laurel. La tercera fue la del Segundo Imperio Mexicano: una vez más, el patrón de colores usado fue el tricolor, con el escudo nacional cargado al centro de la franja blanca. El diseño del escudo, ordenado por el emperador Maximiliano I de México, debía semejarse al escudo imperial francés, pero con un toque mexicano y dejó de usarse en 1867, cuando Maximiliano I fue destronado y ejecutado por el ejército federalista. La actual, llamada la Cuarta Bandera Nacional, fue adoptada por decreto el 16 de septiembre de 1968 y confirmada por ley el 24 de febrero de 1984; es una adaptación del diseño aprobado en 1916 por decreto del Presidente Venustiano Carranza, en donde el perfil del águila fue cambiado de frente, a perfil izquierdo.
Se ha declarado a la bandera nacional símbolo por excelencia de la unidad y la soberanía nacionales, que surgió y se transformó a la par de nuestros grandes acontecimientos históricos. El 24 de febrero, Día de la Bandera Mexicana, fue establecido en el año de 1934; sin embargo, esta festividad nacional fue oficialmente reconocida hasta en 1940, por decreto del Presidente Lázaro Cárdenas del Río. En 1934 se expidió la Ley sobre las características y uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, en la cual se menciona que cada 24 de febrero se celebre oficialmente el Día de la Bandera Mexicana. La bandera, el escudo y el himno nacional son los símbolos que nos representan y nos unen como nación mexicana. El 24 de febrero es un día en el cual se honra al símbolo patrio que forma parte de la historia y la evolución del país, y es también un símbolo que representa la independencia, justicia y libertad.
Es necesario que tengamos presente, en cada uno de nuestros actos, el conocimiento y orgullo por la historia y los héroes y heroínas que plasmaron sus nombres en la edificación de la patria que hoy es nuestra, así como por los símbolos de nuestro país. Asimismo, se hace impostergable que seamos conscientes del presente que nos acontece —y que debe ocuparnos— pues nos revela qué espera la Nación de cada uno y cada una. Por lo anterior, resulta imperativo promover que este 24 de febrero reflexionemos si somos dignos/as de este Emblema que nos identifica y enorgullece … hoy, en un contexto de amenaza a nuestra soberanía, hay que recordar los principios ideológicos de quienes, luchando, nos dieron patria y libertad, teniendo presente lo que decía en el Congreso de Chilpancingo el gran José María Morelos: vestirnos de ese amor patriótico, poner por hecho y hacer nuestros esos principios… llamarnos “siervos de la nación”, hijas e hijos verdaderos, hacernos parte del significado que enmarca nuestro lábaro patrio, vivir en carne propia los mismos anhelos que hicieron a nuestros/as ancestros/as, al dar la vida en pro de la soberanía que hoy gozamos, y actuar en consecuencia y con congruencia, bajo los principios de un movimiento que busca revindicar nuestra historia nacional: la 4T.