De vuelta…

I

Me había prometido no volver escribir. Pero muchísimas personas del público maravilloso de lectores de El Soberano a través de su mismo sitio, de Facebook y de Twitter, se manifestaron a favor de que lo siguiera haciendo. Eso me enalteció y alegró muchísimo. Me inyectó de ánimos. Sin embargo, debo admitir que aún me siento parcialmente aniquilado por la abrumadora oferta de opciones de opinión y por mi condición de no ser politólogo, periodista o político, o incluso por no ser escritor, historiador o sociólogo.  Soy solo un ciudadano que se dedica al arte de la música. Con determinado y cierto juicio crítico, pero un ciudadano. Leer las opiniones tan alentadoras, justas y honestas de quienes me instaron a no claudicar en mi esfuerzo me hizo sentir que debía seguir haciéndolo porque, con sus argumentos, me dieron la ilusión de ser su portavoz.

Además, decidí seguir escribiendo porque siento que en casi toda la parafernalia periodística, jurídica, política y económica nacional se ha tendido a casi desdeñar (menospreciar o hasta ver con cierta condescendencia a quienes, en nuestros términos quasi leguleyos, puerilmente nos expresamos y manifestamos) el sentido común ciudadano. Al final de cuentas, este decide en las urnas y somos el sector al que a la mayoría de los políticos y los dueños del dinero -hasta el sexenio pasado- les valimos poco menos que un comino. Solo hemos servido por décadas para engordarles el caldo, el bolsillo y para ser objeto de su manipulación. Por fortuna, ya no funciona así gracias a nuestra fuerza como Pueblo y a que un verdadero demócrata nos gobierna. 

 

II

Si algo me preocupa es que la oposición tan desarticulada (como hoy existe) no actúe como debería en cualquier democracia civilizada. Podría contribuir con elementos dialécticos que en verdad ayuden a forjar cambios positivos para complementar y servir a una mejoría democrática nacional.

No dudo que tengan elementos muy valiosos y patriotas dentro de sus filas, pero son quienes menos se manifiestan. Cuando los más resentidos y viscerales lo hacen, se van a la yugular con toda la saña posible al gobierno actual debido a las implicaciones de la pérdida del poder (obtenido en administraciones pasadas) para corromper y corromperse, así como a  la ausencia de las prebendas y privilegios que tuvieron gracias a quienes desde adentro se los otorgaban. Lo peor es que publican por las redes sociales su odio con aludes impresionantes de noticias falsas, bots, insultos e improperios que rayan en la irracionalidad, la bajeza y la vulgaridad. Esto se vislumbra también, pero en menor medida, en periódicos y programas de televisión y radio, claramente matizando el lenguaje.  Si con eso la opinión pública y el sentir ciudadano estaban muy divididos, faltaba la gota que derramara el vaso: el surgimiento de un movimiento totalmente irracional y sin pies ni cabeza llamado FRENAA, liderado por un ente esquizofrénico y lleno de odio. Él quien es un títere de personas más arriba, quienes quieren mover peligrosamente los hilos más temibles y manipuladores de conciencias en su camino para una dimisión temprana y totalmente fuera de lugar, forma y tiempo del Presidente y su Gabinete. Además, buscan comprar conciencias entre gente sin capacidad crítica, cuya parcial y pobre mentalidad reflexiva está permeada por el fanatismo extremo y unilateral a una religión -la cual respeto-. En esos extremos, aquella está  totalmente alejada, y psicótica y fanáticamente tergiversada de los verdaderos preceptos cristianos. 

Sus cabezas y los que las mueven tienen el poder adquisitivo para comprarlos. Hasta antes de la manifestación del sábado pasado, con todo y sus casitas de campaña vacías y sus reclamos en auto, los veíamos con cierta benevolencia -causándonos hasta gracia y pena- por lo absurdo y disparatado de su carencia de propuesta y de sus demenciales mentiras (sobre "comunista y dictador"), origen de su furibundo odio contra Andrés Manuel López Obrador. Posterior a su última manifestación, y después de tanto (demasiado) interés mediático, de digerir programas serios y profundamente analíticos (como “Sacro y Profano” de Bernardo Barranco en Once TV, el cual recomiendo amplísimamente) y de una llamativa atención de la gente a este movimiento que no tiene ni pies ni cabeza, se ha vuelto para muchos de nosotros una advertencia de que, con ciertos elementos, puede generarse un caldo de cultivo. La extrema derecha podría posicionarse – como pasó en Brasil- si la oposición y sus instituciones siguen irracionalmente resentidos como hasta ahora, y si no empiezan ya a volverse oposición con argumentos, verdadera política y patriotismo. Urge dialéctica y discusión respetuosa a partir de la verdad. Si se le unen o le dan cuerda a FRENAA, el peligro para frenar la modernidad y los logros sociales y de libertades en México será devastador.

 

III

Como todas las instituciones de la vida nacional, los fideicomisos que apoyaron y ayudaron a tantos movimientos artísticos, culturales, deportivos y sociales a desarrollarse, no estaban del todo exentos de la corrupción permeada desde hace décadas ni de manejos discrecionales. Desde hace ya varios meses, el Presidente planteó la disolución de éstos. Como artista inmediatamente pensé en el FONCA y me alarmé. Así como muchos otros hoy por hoy se alarman por el FONDEN, los Fideicomisos para la Ciencia o para el Deporte o las Causas Sociales y demás. Mi experiencia fue como jurado en diversas comisiones y miembro dictaminador del Sistema Nacional de Creadores. Varias veces fui becario del FONCA desde hace años y puedo decir que, en mi experiencia, todo fue total y absolutamente fiscalizado. Lo mismo sucedió cuando fui jurado, sobre todo en cuestión de las relaciones familiares y de trabajo con los postulantes a obtener esa beca. 

En la experiencia como jurado en diversas comisiones del FONCA, miembro dictaminador del Sistema Nacional de Creadores y varias veces becario que he sido de esa institución desde hace años, puedo decir que al menos en lo que me ha tocado,  dicha experiencia ha sido total y absolutamente fiscalizada cuando fui jurado, sobre todo en cuestión de las relaciones familiares y de trabajo con los postulantes a obtener esa beca. Cuando he sido miembro dictaminador, cualquier omisión de estas relaciones era seriamente penalizada con varios años de no tener derecho a obtener una beca del FONCA. Y como becario (aclaro que no he pedido becas del FONCA desde hace ya casi 10 años) las reglamentaciones y condiciones de cumplimiento de la beca eran implacables: cualquier incumplimiento, omisión o hasta cambio injustificado o repentino  del proyecto podía causar que el pago de la beca no se llevara a efecto hasta una aclaración del caso y una justificación y autorización de las modificaciones por parte del jurado que te otorgó la beca.

Escuchando al Presidente y al Secretario de Hacienda, me gustaría poder respaldar al cien por ciento el hecho de que sean absorbidos por las instancias gubernamentales que corresponden y que la repartición de recursos esté a cargo de los funcionarios mencionados y las instituciones que ellos dirigen. Sin embargo, también desearía que se nombren comisiones de evaluación con los mismos mecanismos intachables que conozco del FONCA.

Asimismo, insto también a que se modifiquen estatutos para que estas instancias puedan captar recursos privados y del extranjero, que en gran medida han sido, desde hace muchos años, patrocinadores del quehacer de estos Fideicomisos. Quizás peco de ingenuo, pero es lo que como ciudadano percibo y manifiesto.
 

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