Estados Unidos y China anunciaron una tregua en su disputa comercial: ambas naciones acordaron una pausa de 90 días en la imposición de nuevos aranceles y una significativa reducción de los existentes, con el objetivo de dar espacio a nuevas negociaciones.
El representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, informaron desde Ginebra que Washington reducirá sus aranceles sobre productos chinos del 145% al 30%, mientras que Pekín bajará los suyos al 10%. El Ministerio de Comercio chino precisó que el acuerdo implica la eliminación del 91% de los gravámenes actuales y la suspensión de otro 24% durante el periodo de diálogo.
“La conclusión compartida fue clara: ninguna de las partes quiere una desvinculación”, expresó Bessent, quien subrayó que las tarifas tan elevadas equivalían, en la práctica, a un embargo mutuo. “Queremos comercio, y un comercio más equilibrado”, añadió.
Las negociaciones, llevadas a cabo en una villa del siglo XVII a orillas del Lago de Ginebra, se extendieron durante todo el fin de semana y permitieron a las delegaciones avanzar en la construcción de confianza. La declaración conjunta también contempla que China suspenda medidas punitivas impuestas tras el 2 de abril, como restricciones a exportaciones de tierras raras y la inclusión de empresas estadounidenses en listas negras.
El impacto final del acuerdo aún es incierto, pero los mercados reaccionaron con optimismo. Los futuros del S&P 500 y del Dow Jones subieron 2.6% y 2%, respectivamente; el petróleo ganó más de 1.60 dólares por barril, y el dólar se fortaleció frente al euro y el yen. En Asia y Europa, las bolsas también reportaron avances: el índice Hang Seng repuntó casi 3%, mientras que en Alemania y Francia los índices subieron 0.7%.
Mark Williams, economista jefe para Asia en Capital Economics, calificó la medida como una “desescalada sustancial”, aunque advirtió que “no hay garantía de que la tregua se traduzca en un alto el fuego duradero”.
Desde la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China, su presidente Jens Eskelund celebró el anuncio, aunque llamó a mantener la cautela. “Las empresas necesitan previsibilidad para operar y tomar decisiones de inversión. Esperamos que ambas partes mantengan el diálogo y eviten nuevas interrupciones al comercio global”, señaló.
La disputa arancelaria se intensificó el mes pasado, cuando Estados Unidos elevó sus tarifas a un 145% y China respondió con un 125%. El volumen comercial entre ambas naciones superó los 660 mil millones de dólares el año pasado. La presión del gobierno estadounidense, bajo el argumento de frenar el ingreso de productos como el fentanilo, ha sido particularmente agresiva en el caso chino.
Ahora, con la tregua en marcha, el mundo observa si este periodo servirá para resolver diferencias profundas o si solo será una pausa temporal en una rivalidad prolongada.