Raymundo Riva Palacio volvió a encender el generador de humo. Esta vez, en su columna titulada “La conexión Palenque-Irán”, decide entrelazar –sin rubor alguno– una supuesta red internacional de alianzas oscuras que va de López Obrador hasta Irán, pasando por Venezuela, Cuba, un avión sospechoso y, por supuesto, la Presidenta Claudia Sheinbaum. Porque si no hay conspiración, no hay columna.
La “evidencia” del autor parte de una decisión diplomática: México no votó a favor de una resolución que condenaba a Irán tras un ataque estadounidense.
Y ya con eso, Riva Palacio saca el pasaporte imaginario y nos lleva directo a un thriller de espionaje internacional. Pero lo que no dice, o decide omitir, es que México ha mantenido una postura histórica de neutralidad, con base en la doctrina Estrada, independientemente del color del gobierno. Lo hicieron los priistas, los panistas y ahora lo hace un gobierno de izquierda que entiende el papel de la soberanía diplomática.
Pero eso no importa. Para Riva Palacio, abstenerse equivale a conspirar. Y como ya es costumbre en sus textos, rellena el vacío probatorio con referencias viejas: que si en 2006 Irán “financió” a la izquierda latinoamericana; que si AMLO saludó a alguien en una cumbre; que si hubo un avión iraní con destino incierto. Todo eso es suficiente, en su narrativa, para vincular a Sheinbaum con un eje “antiyanqui”.
Y no falta el toque de misoginia velada: mientras presume de la supuesta sensatez internacional de Sheinbaum, elogia que “ya no es AMLO”, como si la única forma de demostrar madurez política fuera desmarcarse del presidente. No analiza sus decisiones; le exige traicionar el movimiento que la llevó al poder.
La columna, lejos de informar, alimenta una narrativa paranoica: la de que Morena está aliado con los enemigos de Occidente, con el terrorismo, con los regímenes autoritarios del sur global. Porque en ese esquema binario en el que vive, si no estás con Estados Unidos, estás con Irán. Así de simple. Así de pobre.
Lo más irónico es que la propia Presidenta Sheinbaum ha sido clara: su política exterior será digna, soberana y cooperativa, con todos los países, sin alineamientos automáticos. ¿Eso es un pecado? Para quienes han hecho de su vida una cruzada contra la 4T, sí. Para la mayoría del pueblo, es sentido común.
Y aquí es donde queda claro el verdadero problema para Riva Palacio y sus iguales: Sheinbaum no encaja en su caricatura. No es títere, ni radical, ni improvisada. Tiene rumbo, conocimiento, firmeza y diplomacia. Y eso les incomoda más que cualquier abstención ante un organismo internacional.
La derecha mediática no sabe cómo atacarla sin caerse en el ridículo. Así que inventan complots intercontinentales, reviven fantasmas de hace veinte años y nos venden sospechas como si fueran datos. Lamentable. Pero predecible.
