A partir de este miércoles 25 de junio, los conductores de camiones en Estados Unidos que no hablen inglés con fluidez podrían ser retirados de circulación, de acuerdo con un cambio en la aplicación de regulaciones federales.
La nueva disposición, derivada de una orden ejecutiva firmada en abril por el expresidente Donald Trump, endurece las consecuencias para los choferes que no puedan leer señalamientos, responder preguntas básicas o comunicarse en inglés durante una inspección en carretera.
Aunque la norma existe desde 2005, y en 2016 solo contemplaba multas para quienes no cumplieran, ahora los inspectores tienen la facultad de dejar fuera de servicio a un conductor si consideran que su nivel de inglés no es suficiente. Ya no se permitirán traductores ni asistencia por teléfono. Si un chofer falla la evaluación, no podrá continuar trabajando.
“Un conductor que no pueda entender el inglés no manejará un vehículo comercial en este país. Punto”, declaró el secretario de Transporte, Sean Duffy, al anunciar la medida.
La intención, según autoridades, es mejorar la seguridad en las carreteras. Sin embargo, ha despertado preocupación entre comunidades latinas, especialmente entre quienes aprendieron inglés como segundo idioma o lo dominan parcialmente. Organizaciones han advertido que esta regla podría aplicarse de forma discriminatoria por acentos o prejuicios.
En una escuela de manejo en Nueva Jersey, los instructores ya están ajustando sus métodos para preparar a los estudiantes. Manuel Castillo, un aprendiz hispanohablante, practica respuestas en inglés con ayuda de guiones impresos, consciente de que su futuro laboral depende ahora, más que nunca, del idioma.
La regla ha generado una intensa polémica. Mientras unos la consideran una medida de “sentido común”, otros la ven como una barrera injusta que pone en riesgo el sustento de miles de trabajadores esenciales en la industria del transporte.