La sombra del nepotismo panista volvió a aparecer en Aguascalientes. Este lunes, María José Ocampo Vázquez, hija de la excandidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota, asumió la presidencia del Tribunal Supremo de Justicia del Estado (STJEA), a pesar de que en las elecciones judiciales del 1 de junio quedó en sexto lugar con apenas 82 mil votos.

Aunque la Constitución local establece que la presidencia debe recaer en quien obtenga mayor votación, los magistrados impusieron a Ocampo Vázquez bajo el argumento de su “trayectoria”. En la práctica, fue un dedazo disfrazado de legalidad, que benefició a la hija de una de las figuras históricas del panismo más conservador.

El sello de Josefina

El nombramiento de María José Ocampo no puede entenderse sin la influencia de su madre, Josefina Vázquez Mota, recordada por su fracaso como candidata presidencial en 2012 y por múltiples señalamientos en torno al manejo irregular de recursos en programas federales como “Juntos Podemos”, que recibió millones de pesos del erario sin resultados claros.

Hoy, ese mismo apellido regresa al escenario público, no por méritos democráticos, sino por acuerdos en lo oscurito dentro del Poder Judicial de Aguascalientes.

Un inicio bajo sospecha

Ocampo Vázquez arrancó su gestión recorriendo juzgados en el estado y prometiendo transparencia, eficiencia y estabilidad institucional. Sin embargo, su llegada ya está marcada por el estigma: no ganó en las urnas, pero ganó con el peso del apellido.

Viejas prácticas, nueva máscara

Este caso refleja lo que la 4T siempre ha denunciado: en el PAN, los cargos siguen siendo vistos como herencias familiares y botín político. Mientras el Pueblo vota, ellos negocian en lo alto.

La presidencia de Ocampo Vázquez será recordada no por sus promesas, sino por ser el más reciente ejemplo de cómo el panismo pretende perpetuar su influencia en las instituciones, ahora con la mano de Josefina detrás del escritorio.