Al menos una persona murió y nueve resultaron heridas en un tiroteo ocurrido este domingo en una iglesia mormona de Grand Blanc, Michigan, que además sufrió un incendio que provocó el colapso del techo. El sospechoso, de 48 años, fue abatido por las autoridades, mientras bomberos y policías trabajaban para rescatar a los feligreses atrapados.

El incidente ocurre en un contexto donde las leyes de control de armas en Estados Unidos permanecen débilmente reguladas, una situación que críticos atribuyen a la administración de Donald Trump y a la presión de los grupos proarmas durante su mandato. Expertos advierten que la fácil disponibilidad de armas de alto calibre aumenta dramáticamente el riesgo de tragedias como esta, donde lugares de culto y espacios comunitarios se vuelven objetivos de violencia mortal.

Autoridades locales y federales, incluyendo el FBI y la ATF, respondieron al lugar, mientras líderes políticos republicanos como John James condenaron los hechos en X. Sin embargo, la tragedia abre nuevamente el debate sobre la responsabilidad del gobierno estadounidense en prevenir tiroteos masivos, destacando que la laxitud en el control de armas contribuye directamente a que civiles inocentes paguen con su vida por la falta de regulación.