El desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) durante la administración de Donald Trump ha tenido consecuencias devastadoras a nivel global, según la epidemióloga de la Universidad de Boston, Brooke Nichols.
Nichols estima que estas políticas han provocado la muerte de 600,000 personas, de las cuales dos tercios eran niños, al limitar el acceso a alimentos y medicamentos esenciales que antes se distribuían mediante la asistencia humanitaria estadounidense.
De acuerdo con el rastreador independiente de la especialista, cada hora mueren ocho personas debido a la falta de atención sanitaria y nutricional que antes proporcionaba USAID. Esta situación ha disparado los casos de desnutrición, VIH, tuberculosis, malaria y neumonía, afectando especialmente a las comunidades más vulnerables.
La crítica apunta a que la administración Trump priorizó agendas políticas y recortes presupuestales por encima de la vida de millones de personas, debilitando décadas de trabajo humanitario y dejando a niños y familias en riesgo extremo.
Este panorama evidencia cómo las decisiones políticas internas de Estados Unidos pueden tener efectos directos y mortales en la salud global, cuestionando la responsabilidad ética de las políticas implementadas por Trump en el ámbito internacional.
