Ciudad de México a 16 noviembre, 2025, 17: 55 hora del centro.
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PAN y Jorge Romero: la incongruencia de un partido que antes reprimía marchas y ahora finge defenderlas

El dirigente del PAN, Jorge Romero Herrera, salió a denunciar una supuesta “violencia del Estado” contra supuestos «manifestantes» de la «generación Z», asegurando que “esa generación no se va a dejar callar”. Pero el discurso panista se cae con la más mínima memoria histórica: fueron justamente los gobiernos del PAN los que reprimieron, golpearon, encarcelaron y persiguieron auténticos movimientos sociales en México.

Romero habla de “esperanza pura” en las calles, pero olvida —o simula olvidar— que cuando miles de jóvenes marcharon contra la militarización de Felipe Calderón, ellos los llamaron “peligrosos”, “infiltrados” y “vándalos”.

Olvida Atenco. Olvida a las y los estudiantes que fueron encapsulados. Olvida las persecuciones y los montajes fabricados desde altos mandos del panismo. Olvida que el PAN inauguró en México el uso político de la fuerza pública como mecanismo de control social, dejando heridas que aún no sanan.

Hoy, con una rapidez que raya en el cinismo, Romero intenta apropiarse de un movimiento juvenil que ni nació con ellos ni confía en ellos, y pretende presentarse como defensor de libertades cuando su partido —desde Los Pinos— criminalizó la protesta, calló a golpes y gobernó con miedo.

Los panistas acusan autoritarismo, pero fueron ellos quienes:

  • Reprimieron movilizaciones estudiantiles y sociales en 2006, 2007 y 2011.

  • Militarizaron al país sin protocolo, sin diagnóstico y sin estrategia, ocasionando la crisis de violencia que hoy sigue cobrando vidas.

  • Perseguían a activistas y periodistas que cuestionaban sus excesos.

  • Despreciaban las marchas feministas, ambientalistas, estudiantiles y de derechos humanos, llamándolas “ocurrencias” o “radicalismos”.

Decir hoy que “la juventud no se va a dejar callar” es un acto de oportunismo cuando, durante años, su único discurso hacia las y los jóvenes fue el de la estigmatización.

Hoy, lo que buscan no es acompañar a la juventud:
es capitalizarla.

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