El gobierno de Estados Unidos ha superado los 38 billones de dólares en deuda nacional bruta, marcando un hito preocupante en su historia fiscal. Este incremento representa la acumulación más rápida de un billón de dólares fuera del periodo de la pandemia de COVID-19. En solo dos meses, la deuda pasó de 37 a 38 billones, según el Departamento del Tesoro.
Expertos advierten que este endeudamiento acelerado podría generar presiones inflacionarias, elevar los costos de endeudamiento y reducir el poder adquisitivo de los ciudadanos. Además, se proyecta que los pagos por intereses de la deuda podrían alcanzar los 14 billones de dólares en la próxima década, un aumento significativo respecto a los 4 billones gastados en los últimos diez años.
A pesar de estos desafíos, la administración del presidente Trump ha reportado una reducción del déficit fiscal en 350 mil millones de dólares en comparación con el año anterior, atribuido a recortes en el gasto y aumento de ingresos. Sin embargo, analistas como Michael Peterson, presidente de la Fundación Peter G. Peterson, señalan que el crecimiento de la deuda y los costos por intereses podrían limitar futuras inversiones y crecimiento económico.
La situación fiscal de Estados Unidos continúa siendo una preocupación central para economistas y legisladores, quienes instan a una revisión urgente de las políticas fiscales para evitar consecuencias económicas a largo plazo



