La llegada del último trimestre del año significa muchas cosas: cierres administrativos, terminación de proyectos, planeación de presupuestos del próximo año, fiestas, Navidad, eventos sociales (ahora virtuales, por favor) y mucho más. Sin embargo, en el campo, -especialmente para el maíz- los dos últimos meses del año son mucho más que eso.
Recapitulemos: el ciclo del maíz en nuestra ciudad, como lo indica su nombre, se repite una y otra y otra vez; no atiende a ninguna lógica con relación al calendario gregoriano, tampoco tiene que ver con trimestres o semestres puntalmente, ni siquiera con meses exactos. Todo está relacionado con la temperatura y las lluvias de la Ciudad de México. De tal forma, los campesinos de la zona rural de esta gran metrópoli y sus estados aleadaños barbechean (preparar la tierra para la siembra) entre enero-febrero para comenzar a sembrar las semillas que se cosecharon del ciclo pasado en abril- y mayo. Así vienen los dos montones, el abono y el deshierbe, para finalmente cosechar el elote en agosto y septiembre y del maíz en noviembre-diciembre.
Es interesante, pues los campesinos que siembran maíz se refieren a dos momentos de cosecha del fruto de esta planta : cuando se cosecha el elote (hace referencia a la cosecha del fruto tierno, listo para comer hervido, cocido o asado, con un grano que se caracteriza por ser lechosos y carnoso -según el tipo de maíz-) y finalmente cuando se cosecha el maíz (que particularmente se refiere al fruto que se ha dejado secar durante dos o tres meses en la misma planta, cuyo grano se endurece y la planta tiene más bien ya un aspecto seco). Este “maíz” será el que se utilizará para su transformación en tortillas, sopes, pinole, tlacoyos y todo aquello que requiera de esta masa para su elaboración.
Importante identificar además que al acto de “recoger” el fruto tierno “en elote” se le llama cosecha y al acto de “recoger” al fruto endurecido y listo para transformar su grano se le llama “pixcar”. De tal forma, estos meses y fin de año son una gran temporada para el ciclo agrícola del maíz, pues de la pixca derivará todo lo que los pueblos y su gente tendrán para comer en tortillas. Aquello que se obtenga de la pixca será el equivalente a lo que se transformará en la base de la comida de nuestro Pueblo: las tortillas.
Así que es momento de mirar al sur de la Ciudad de México y conectar con la zona rural de nuestra gran capital. No todo es Navidad y Año Nuevo, también hay pixcas, granos, malas y buenas noticias para la gente del campo, cuya pixca en este año tan difícil se vuelve especialmente fundamental.