En las últimas semanas ha surgido un debate respecto al ejercicio de transparencia que todos los días en punto de las 7 de la mañana realiza el Presidente López Obrador. Lo anterior a raíz del nuevo berrinche del consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien afirma que “Las Mañaneras” deben suspenderse durante los meses previos a la elección de este año bajo el argumento de que en ella se realizan actos de propaganda gubernamental. Sin entrar en un debate jurídico, porque en aquel terreno el INE sale perdiendo a causa de su propia tibieza para dictar con claridad las reglas del juego, un sector de la comunidad de opinólogos profesionales aprovechó las declaraciones del señor Córdova para sacar a relucir todas sus fobias -por aquello de que a la menor provocación las hacen notar- hacia las conferencias matutinas.
Las Mañaneras son un espacio de rendición de cuentas, cuestionamiento y diálogo bilateral donde el Gobierno de México transparenta el actuar de toda la Administración Pública Federal. A ellas asisten periodistas de todo tipo de medios: desde los corporativos hasta los que ejercen el periodismo con profesionalismo, desde Irving Pineda hasta la talentosísima Meme Yamel. En este espacio se ponen en el ojo público acontecimientos que ocurren a lo largo y ancho del país y a los que no siempre se les da cobertura nacional en los medios tradicionales.
Gracias al puente que La Mañanera vino a tender entre el Pueblo y el Gobierno, se ha logrado sacar de prisión a personas que estaban injustamente encarceladas; se hizo público -a petición del Pueblo- el expediente de la DEA y la carta al Rey de España; se removió a un funcionario de PEMEX por sus nexos con el viejo régimen, así como al doctor del Estado de México que se saltó la fila para vacunar a toda su familia; se ha atendido a madres que acuden buscando ayuda porque no encuentran a sus hijos y a quienes el Subprocurador Encinas recibe casi siempre el mismo día, sin mencionar que en más de una ocasión ha servido como foro para contrastar ideas entre el conservadurismo y la Transformación, entre otros casos de éxito que comprueban que la presente gestión está comprometida con hacer la vida pública cada vez más pública y, sobre todo, de regresar la política a las calles, a la colectividad y al alcance de todos.
Queda claro que quienes afirman que Las Mañaneras son “puro show” jamás han visto una; alaban a Brozo y no leen más que los encabezados amarillistas del Reforma. Jorge Drexler dice: “que viva todo aquel valiente que tiende un puente y el valiente que lo cruza”; por lo que hoy, más que nunca, invito a todos los escépticos de las conferencias matutinas a dejar atrás su aversión y cruzar el puente que el Gobierno de México ha tendido para entrarle al debate público con ideas e información, no con fobias y filias.
Independientemente de todo, entiendo que a los partidarios de los saqueadores de México -y especialmente al señor Lorenzo Córdova-, les conflictúe que hoy sea el Pueblo quien nos gobierne y que rechacen la transparencia porque, efectivamente, como país no estábamos acostumbrados a ella, pero a todos ellos les recomiendo serenidad: aún quedan poco más de tres años para acostumbrarse a Las Mañaneras y cien más para desacostumbrarse a ver únicamente a las élites propias del viejo régimen en los espacios de poder.



