El constitucionalismo conjuga los valores supremos de la política con los principios de eficiencia y eficacia en todas las naciones democráticas. Esta amalgama entre valores y administración se manifiesta como una aspiración, una meta, una parodia, un chiste o un norte que guía a las personas a través de las instituciones donde participan. Todo depende de la salud mental, física y la creatividad de quienes las trabajan.
Los grandes retos de la democracia mexicana se superan a pesar de las resistencias. El salto generacional, con la prisa de la juventud urgida de espacios y respeto de su dignidad, ya no se conforma con las letras muertas que llenan las bibliotecas físicas y digitales. Sabe cuándo algo está fallando y ya no guardan silencio. Frente a esta conciencia, ¿las y los gobernantes de todos los órdenes están listos para las conversaciones? ¿Para responder de la mejor forma posible?
Los referentes del constitucionalismo en México, como Ignacio Burgoa, Jorge Carpizo y Gastón Enríquez, han analizado el fenómeno del abuso de facultades de los ejecutivos en lo federal. Desde el ámbito local, esta es una necesidad desde hace décadas. Cabe recordar que las facultades administrativas, jurisdiccionales y legislativas del Ejecutivo Federal eran abusadas porque los presidentes se atribuían otras, “metaconstitucionales”, fuera del mandato legal. Algunos ejemplos son: la jefatura real del Partido Revolucionario Institucional (PRI); la designación de su sucesor, la designación y remoción de gobernadores; la atribución de “palomear” candidaturas a diputados y senadores de su partido; la determinación de los liderazgos de las cámaras del Comité Ejecutivo Nacional de su partido; la destitución de Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación -formalmente derogada a raíz de la reforma al Poder Judicial del año de 1994-.
Gastón Enríquez ha señalado que en México aún no se olvida el pasado de un poder presidencial exacerbado y por ello han desfilado propuestas para acotar, reducir o someterlo a los designios de la verdadera voz democrática en el Congreso de la Unión. Sin embargo, recomienda estar conscientes del problema de cualquier control, como la probable inaplicación y abuso que se haga del mismo, así como cualquier acrecentamiento requiere del fortalecimiento de los demás poderes (teoría de los pesos y contrapesos).
Así es en teoría. En la práctica política local del estado de Sonora, el gobernadurismo (como versión local del viejo régimen presidencialista) evidencia la falta de profesionalización y transformación de los poderes locales controlados por el Ejecutivo, gracias a la estructura de poder y al marco institucional que sigue vigente; es una copia fiel de las viejas prácticas políticas del siglo pasado. El ejercicio del poder es víctima de intereses particulares, por lo que perdió la capacidad de implementar medidas universales para toda la población. De ahí el hartazgo de la nueva generación de sonorenses y los retos mayúsculos de cara a 2021.